Una mirada a la naturaleza en el Año Internacional de la Biodiversidad

Caldera de Taburiente, La Palma. Fotografía de Andoni Canela

La vista desde la cima del Roque de los Muchachos, en lo alto de la isla de La Palma, sobrecoge. A los pies, se puede apreciar la inmensa Caldera de Taburiente, un gran circo de origen volcánico rodeado por escarpados riscos. A una lado, dominan los bosques de pino canario, una especie autóctona de las islas. Y, al otro, en la vertiente más húmeda e influenciada por los vientos alisios, está la laurisilva. 

Esta imagen, a vista de pájaro, ejemplifica claramente la gran biodiversidad presente en las Islas Canarias. Por este motivo, me parece apropiado empezar las aportaciones al blog de Medio Ambiente de Obra Social Caja Madrid, que coinciden con el momento más álgido de este año dedicado a la biodiversidad (el 22 de mayo se celebró el Día Internacional de la Diversidad Biológica), presentando uno de los lugares de la geografía española que mejor ilustran este concepto.

El archipiélago canario aglutina una variedad de hábitats impresionante, que, como decíamos, van desde los ambientes más secos a los más húmedos pasando por enclaves marcados por una actividad volcánica que le han conferido un paisaje único y también una vegetación característica. Las especiales condiciones climáticas y el aislamiento han propiciado también la aparición de una fauna endémica como, por ejemplo, las catorce especies de reptiles exclusivas de estas islas, entre las que destacan diversos lagartos gigantes. Y, por supuesto, no debemos olvidar la riqueza animal proporcionada por la inmediatez del hábitat marino: en las aguas canarias, se encuentran especies de altísimo valor como el cachalote y el calderón común. 

Fotografía: La Caldera de Taburiente, La Palma. © Andoni Canela