¿Cómo puede ayudar el voluntario al cuidador de Alzheimer II?

persona mayor leyendo el periódico en un banco
Foto: CSIC

Lo prometido es deuda, y la semana pasada os comenté que el post sobre cómo puede un voluntario ayudar a un cuidador continuaba. Pues aquí está, porque son muchas las emociones y situaciones por las que pasan estas personas, y las hemos desmanuzado un poco para que se sepa qué hacer en cada momento y ante los difetentes estados de ánimo.

Una vez más, de la mano de nuestros ‘Cuadernos prácticos sobre la enfermedad de Alzheimer y otras demencias‘, que editan AFAL y Obra Social Caja Madrid. Estos manuales reflejan importante información que ya nos vais comentando que os sirven de gran ayuda. Hoy vamos con otros tres sentimientos muy frecuentes que sufren los cuidadores: la soledad, la depresión y la vergüenza.

Soledad:

– Con nuestra presencia y apoyo le ayudamos a mitigar, en parte, su soledad.

– Negarle la importancia del «qué dirán» por dejar con otra persona a su enfermo.

– Hacerle sugerencias para que quede con algún amigo o visite a alguien.

– Enseñarle a distinguir entre estar solo y sentirse solo.

– Informarle sobre los grupos de Ayuda Mutua de su zona y que se integre con otros familiares. Sentirá que no está solo y que hay mucha gente en su situación.

Depresión

– La depresión leve es algo que suelen sufrir los cuidadores debido a su situación.

– Le escuchamos y le hacemos ver que podemos entender por lo que está pasando, pero, a su vez, también le hacemos comprender que estando así se empeoran aún más las cosas.

– Le hacemos ver que los pensamientos negativos son irracionales y que no nos
sirven para ningún propósito útil; es más, hacen que nos sintamos peor.

– Intentamos realizar alguna actividad agradable con ellos que nos sirva de
arranque.

– Intentamos que equilibre los sentimientos que causan infelicidad con vivencias positivas: amor, cariño, ilusiones, metas, objetivos, etc.

– Si notamos (o nos lo cuenta) que llora con frecuencia, que muchas noches no
puede dormir, que tiene poco apetito, que experimenta desinterés y falta de
ganas de hacer nada, le haremos ver que no debe caer en el descuido personal.

– Y si la situación es crítica, le ayudamos, comunicándoselo a algún familiar
cercano, para que se ponga en manos de un profesional.

Vergüenza

– Crear empatía con el cuidador para vencer la vergüenza inicial.

– Escuchar las quejas del cuidador acerca del enfermo.

– Aportarle tranquilidad diciéndole que esas conductas son propias en un enfermo de Alzheimer.

– Ayudarle a que disminuya la importancia del ‘qué dirán’ frente al aumento de la importancia de la consecución de sus objetivos.

– Animarle a que no tenga reparos en contar a familiares y amigos, o vecinos de confianza, lo que está pasando.

– Transmitirle la seguridad de que tiene los mismos derechos que cualquier
otra persona e, incluso, necesidad de ayuda.

– Demostrarle que hay personas, como los voluntarios, que están dispuestas a
solidarizarse por una causa tan noble.

– Contarle que cada vez existe una mayor conciencia social acerca de la enfermedad de Alzheimer, razón por la cual la gente tiende a ser más comprensiva.

Hasta aquí el post de hoy, pero este tema no ha concluído. La semana que viene os hablaremos de otros dos sentimientos muy frecuentes también ante esta enfermedad. Con ese tercer post, cerraremos el capítulo de cómo puede ayudar un voluntario a un cuidador. Hasta entonces, mucho ánimo y seguimos deseando poder ayudaros desde aquí.