‘El mundo de Alice’, los 109 años de la pianista superviviente del Holocausto

Portada de 'El mundo de Alice'
Foto: Editorial Zenith

Solo la edad a la que ha llegado Alice Herz-Sommer ya es una razón suficiente para escribir un libro sobre ella: 109 años. Pero, además, su vida ha estado plagada de tantas vivencias que da para redactar toda una enciclopedia. Es una magistral pianista, conoció a Kafka y a Freud y, gracias a la música, sobrevivió a un campo de concentración nazi. De hecho es la superviviente viva conocida del Holocausto más longeva. Su colega, la concertista de piano Caroline Stoessinger se fascinó con su historia y la convirtió en el libro ‘El mundo de Alice’ (publicado recientemente por Zenith).

Esta obra literaria es la verdadera historia de la pianista Alice Herz-Sommer, una mujer que ha llevado el optimismo como bandera y que ha sido testigo de todo el siglo XX. Ha vivido capítulos extremadamente duros: asistió al juicio de Adolf Eichmann, sobrevivió al campo de concentración de Theresienstadt y a los asesinatos de su madre, marido y amigos a manos de los nazis y, mucho después, a la prematura muerte de su hijo. Aunque nació en Praga, en el seno de una familia acomodada, tuvo que exiliarse a Jerusalén. Después se instaló en Londres, donde vive.

A pesar de tantos golpes como le ha propinado la vida, en Alice no hay amargura. La música ha sido la clave de su supervivencia, así como su capacidad para reconocer la humanidad en cada persona, incluso en sus enemigos. Así lo explica Caroline Stoessinger:  

La música comienza donde las palabras se detienen. Los pensamientos y las emociones pueden ser expresados a menudo con más precisión y con mayor profundidad con música que con palabras. La música es un lenguaje. Aquellos que conocen el lenguaje entienden la belleza de la vida de una forma especial. Aquellos que saben el lenguaje de la música tienen la fortaleza de soportar lo insoportable

Alice supo encontrar esa belleza aún en las peores condiciones. De hecho, la pianista interpretó más de cien conciertos en el campo de concentración. Su biógrafa destaca que esa habilidad para producir belleza ante la cara del mal fue una poderosa herramienta de supervivencia para Alice y los otros artistas:

Les podrían haber quitado sus nombres, pero nadie podía robar su identidad. Alice era ‘la pianista de Praga’. Ella no llegó a ser una sin rostro más entre la masa            

La autora del libro, Caroline Stoessinger
Foto:© Shachar Langler

Como en las grandes historias aquella ‘pianista de Praga’ tiene su propia banda sonora, que parte siempre de las teclas de ese elegante instrumento musical. Alice coincidió con el gran rabino Leo Baeck en Theresienstadt y allí disfrutó con sus interpretaciones de Platón, Spinoza y Maimónides, y Baeck hasta el punto de llevar a sus conciertos aquellos principios que encontró en la filosofía. Cuando el Ejército Soviético liberó Theresienstadt el 8 de mayo de 1945, los soldados rusos desarmaron a los guardias nazis y les pusieron ante una expectante multitud de prisioneros que los querían matar con sus propias manos.

El punto de inflexión de su vida

Caroline narra con detalle ese pasaje que tanto marcó la vida de Alice:

El rabino Baeck apareció en la escena y calmó a las masas y les dijo que la justicia podría ser dictada en una corte legal, pero ellos no debían hacer daño a nadie, incluidos sus antiguos guardas nazis. Con su autoridad moral, el rabino Baeck salvó las vidas de aquellos guardas nazis. Alice permaneció en pie entre aquella muchedumbre como si escuchase la voz de un amigo

Alice consideró aquel momento de sensacional humanidad de Baeck como el punto de inflexión en su propia vida. Y, desde entonces, Baeck se dio cuenta de que aquellos seres humanos buscaban la venganza para “olvidar”. Caroline continúa recordando aquel momento clave:

Él dijo: ‘No llevéis la venganza y el odio en vuestros corazones, sólo el amor y la justicia’. Alice nos recuerda que la capacidad de perdonar trae paz y felicidad a la persona que perdona. Baeck y Alice nunca dijeron ‘perdona y olvida’. Su olvido se basa en avanzar y no en permitir el mal para dominar sus vidas, pero en términos del Holocausto nunca olvidando ¡Es un imperativo recordar!

Una políglota amiga de genios

Pero Alice también ha derrochado vitalidad y energías más allá de la música. Además de saber tocar magistralmente el piano, algo que sigue haciendo todos los días, habla varios idiomas, es una persona positiva y ha compartido numerosos acontecimientos con interesantes genios como Kafka o Freud.

Imagen de Alice en blanco y negro junto a su piano
Foto: Editorial Zenith

Su biógrafa dice que Alice que “el conocimiento emocional es ciertamente la piedra angular de la felicidad”. Pero que en el caso de Herz-Sommer no se trataba de conocer a celebridades por el valor de su fama, sino de aprender auténticamente del arte de los maestros. 

Alice, profundamente influenciada por el pensamiento de Spinoza, siempre ha defendido aquello de “no estés ahí llorando, compréndelo”. Según Caroline, ‘la pianista de Praga’ está fundamentalmente interesada en los demás, por lo que  debemos aprender de ella múltiples cosas:

Podemos aprender el arte y el poder de la clemencia y la generosidad de la ejemplar vida de Alice. Alice es una mujer pacífica y feliz a pesar de todo lo que ha soportado. Alice enseña a reverenciar la vida por sí misma. Alice perdona y actúa verdaderamente en ese sentido. No permite el mal o la amargura en todo lo que rodea o invade su vida. Alice ve la vida como un gran regalo que hay que apreciar cada día y no desperdiciar con el odio y pensamientos de venganza. Le gusta recordarnos aquello de ‘La vida es bella; el amor es maravilloso; reír es hermoso’

Alice dice: ‘Claro que conozco el mal, pero yo busco el bien’. Sabe lo que significa perderlo todo –familia, amigos, hogar y bienes materiales–. Y sabe que, a pesar de ello, nadie pierde su capacidad de elegir su respuesta y sus acciones. ¡Nadie! Alice dice que ‘siempre ha habido momentos malos. Pero se puede elegir actuar, hablar y vivir’”.

A su avanzada edad, Alice habla con gran autoridad y sabiduría. Dice:

No odio a nadie. El odio alimenta el alma y sólo produce más odio

‘La pianista de Praga’ también recuerda que ninguno podemos borrar la música de su mente. “Soy una de las más ricas personas en el mundo porque vivo mi vida en música”, dice esta mujer que es mucho más que genio y figura.