Actividades divertidas que ayudan a los enfermos de Alzheimer

Quien se encarga de la atención a una persona con Alzheimer, sea por vínculo familiar o emocional o por dedicación profesional, sabe que el objetivo prioritario de todas sus acciones debe ser el bienestar del paciente. Aunque a menudo surgen problemas que requieren una solución inmediata y que quizá desvíen el foco de esa meta, es muy importante recordar que estamos tratando con una persona adulta, que a pesar de su situación conserva su capacidad de experimentar emociones al menos hasta una fase muy avanzada de su enfermedad.

En este mismo blog ya te hemos mostrado los asombrosos efectos que puede tener para quien sufre Alzheimer escuchar la música que le acompañó durante toda su vida. Por ahí van los tiros. ¿Te das cuenta de cuántas buenas ideas podemos tener si dedicamos un poco de tiempo a pensar en los gustos del paciente, en todas esas cosas que le hacían sentir mejor y que tal vez hayan quedado olvidadas ante las nuevas circunstancias? Todo pasa por revisar el pasado, por buscar en la memoria de quienes hayan estado cerca de esa persona a lo largo de su recorrido vital.

Pasarlo bien, saborear instantes de felicidad, es importante para cualquiera; y los enfermos de Alzheimer no son una excepción. Nos atrevemos a decir que encontrar actividades divertidas será beneficioso incluso para la relación entre cuidador y paciente. Te animamos a buscarlas y ponerlas a prueba atendiendo a las peculiaridades de cada caso concreto, desarrollando y conservando las que mejor funcionen. Y como complemento, aquí te dejamos algunas sugerencias que podrían servirte como inspiración:

  • Estimular la charla. Si en algún momento nuestro paciente se arranca a hablar, en especial si es sobre sus recuerdos, conviene volcar todo nuestro interés en prestarle atención y demostrarle interés. También podemos animarle a continuar con su relato con pequeñas frases o preguntas simples. Seguro que nos brinda alguna información interesante.
  • Tareas del hogar sencillas. En función de las capacidades del paciente, podemos buscar su colaboración para cosas como recoger ropa del tendal, doblarla, recoger la mesa, cocinar… La cocina y la repostería tienen el valor añadido de ser muy fácilmente convertibles en actividades divertidas, pero con imaginación, casi todo puede tener un punto lúdico. Al mismo tiempo, es bueno hacerles ver que su ayuda es valiosa y que así lo apreciamos.
  • Escribir una carta. Si el paciente pregunta por un familiar o un amigo, ¿por qué no escribirle una carta? Aunque sean unas pocas frases transcritas por el cuidador o cuidadora, si se consigue una conexión emocional habrá valido la pena.
  • Un poco de ejercicio físico. Dar un paseo; o si se trata de un pequeño grupo incluso jugar con una pelota, haciéndola rodar para pasarla de un participante a otro.
  • Juegos sencillos con cosas que todos tenemos en casa. Por ejemplo, meter objetos grandes dentro de una bolsa (frutas, rollos de papel higiénico, pequeñas pelotas, guantes…) y pedirle que adivine qué es cada cosa sin mirar. O utilizar una baraja para jugar a ordenar las cartas de manera simple (por color, por número, por tipo…).
  • Manualidades. Permiten una amplísima gama de actividades, desde moldear plastilina a pintar y dibujar, pasando por recortar cartulina, elaborar álbumes de fotos…

Como puedes ver, las posibilidades son infinitas. Sólo hay algunos ingredientes imprescindibles: esfuerzo, paciencia e interés por nuestra parte para encontrar aquello que mejor se amolda a las condiciones de la persona que tenemos cerca. Si hay alguna actividad con la que hayas tenido una experiencia positiva, te animamos a compartirla con la comunidad en los comentarios.