El profesor Santiago López Navia nos cuenta su relación con la música y la literatura

Santiago López NaviaReconocido profesor y escritor, Santiago López Navia es doctor en Filología por la Universidad Complutense de Madrid, doctor en Educación por la UNED y doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional SEK de Santiago de Chile.

En la actualidad, López Navia forma parte del equipo directivo del Trinity College Group of Spain, es profesor asociado en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y profesor visitante en la Universidad Internacional SEK de Santiago de Chile.

Su vocación por la enseñanza le ha llevado a buscar constantemente fórmulas para acercar la literatura a sus alumnos. Hablamos con él sobre otra de sus grandes pasiones, la música, y el uso que hace de ella para enseñar literatura.

 

Se dice de usted que utiliza la música rock para enseñar literatura, ¿Cuándo y cómo surgió esta idea?
Utilizo la música en general como un recurso al servicio de la literatura. Quizá quien no me conoce o no conoce mi trayectoria pueda pensar que uso la música como método y no, lo hago como recurso junto a otros recursos y la suma de esos recursos tiene que ver con un método. Además, no es sólo música rock, también es música clásica, rock, folk, e incluso rap. Otra cosa es que yo tenga una predilección particular por la música clásica y la música rock, y que eso se note en la selección de recursos que yo planteo.

Llevo muchos años en esto, tantos como años llevo en la enseñanza. Empecé a utilizar la música al servicio de la literatura en el año 86, en mi primera etapa como profesor de enseñanza preuniversitaria. También la he utilizado muchos años como profesor universitario. Me parece un recurso enormemente eficaz, tremendamente grato y además muy revelador.

 

Según usted, ¿el rock y el heavy son los géneros de la música popular que tienen una influencia más directa de la literatura?
Sí. Puedo decir que hasta donde yo sé el rock y el heavy metal tratan la cultura, los mitos, la religión, la historia, tanto la mítica como la real, y la literatura, con especial acierto e interés. Es decir, son variantes particularmente sensibles ante la dimensión cultural de sus letras y de sus canciones, y lo hacen notar como recreadores de la cultura y de la literatura con una eficacia bastante notable y en alguna ocasión con obras de un importante calado.

Esto también se aprecia en la música clásica y en la música folk. Lo que ocurre es que yo he encontrado y he degustado, también por preferencia personal, un número más significativo de tratamientos en la música rock y en el heavy metal. Pero esto es por la propia inclinación de estos géneros musicales a cultivar estos temas.

 

¿Cómo reaccionan los alumnos a este recurso?, ¿Se implican?, ¿Hacen sugerencias?
Se sienten motivados, a veces sorprendidos y prestan bastante atención. Esto lo he comprobado tanto en la universidad como fuera de la universidad. Funciona bastante bien.

 

¿Se puede decir que da resultado?
Sí que da resultado.  Suscita interés y lo mantiene en el tiempo. De hecho, tengo antiguos alumnos de cuando daba una asignatura en la universidad que se llamaba ‘literatura y rock, creación y recreación’ que me siguen mandando datos y obras. La mayoría de las recreaciones que envían son de artistas ya consagrados pero en alguna ocasión han sido de creación propia.

Recuerdo, por ejemplo, una alumna estadounidense que me hizo una bellísima canción sobre Éowyn, una de las protagonistas femeninas de El señor de los Anillos; también a un grupo de alumnos que  pasaron a blues el poema de Alberti ‘Cita triste de Charlot’… Es un recurso muy eficaz y en algunas ocasiones sorprendente.

 

¿Qué opinan de su forma de dar clase otros compañeros con una visión de la educación más tradicional?
Jamás he tenido ningún tipo de problema al respecto. Ni la menor oposición, ni la menor renuencia, ni la menor reserva por parte de mis compañeros de claustro, todo eso independientemente de que yo haya asumido una responsabilidad que me hubiese hecho estar en una posición de ventaja. Ellos han contemplado el uso de mi recurso como algo muy respetable.

No se debe pensar que la media de los profesores es tradicional o acomodaticia desde el punto de vista de los recursos. Los profesores en general son creativos, suelen ser muy originales y tratan de romper las convenciones, muy en contra  de lo que se piensa. El profesor medio suele ser bastante propenso a encontrar los mejores recursos para conseguir sus objetivos didácticos.

Yo no soy una excepción. Sería inconveniente, incluso inelegante, entender que yo soy un verso suelto. Ni muchísimo menos. Así como yo no me destaco, sino que me caracterizo por utilizar la música como recurso, otros utilizan otros recursos que son igualmente valiosos. No hay en mi actitud al respecto nada especialmente meritorio ni especialmente destacable; puede ser singular, pero no más que lo que hacen otras personas.

 

El profesor medio suele ser bastante propenso a encontrar los mejores recursos para conseguir sus objetivos didácticos. Yo no soy una excepción.

¿Conoce casos de profesores que hagan algo similar?
Conozco casos de profesores que utilizan el cine, obras de arte, compañeros de universidad que forman parte de grupos de investigación de música culta al servicio del cervantismo… concretamente hay un grupo de investigación en la autónoma que trabaja recreaciones culturales en general y musicales en particular de El Quijote, tema en el que he trabajado mucho tiempo.

No es un tema aislado aunque no es un tema tan frecuentado como otros. El uso de la música como recurso didáctico es sensiblemente inferior al del cine, por ejemplo. Sí sé que un compañero mío de la UNIR tiene un blog basado en gran parte en el desentrañamiento de las raíces culturales o literarias de ciertas piezas de rock. Quizás los que utilicemos estos recursos seamos menos que los que utilizan el cine, pero sin lugar a dudas estamos ahí.

 

He oído decir que tiene una forma propia de clasificar las recreaciones de la música, ¿podría hablarme de ella?
Es algo muy sencillo y cualquiera podría haber llegado a esta conclusión. Entiendo que la música en general puede recrear a la literatura de tres maneras:

La primera es lo que yo llamo ‘música sugerida’. Esto es sólo música, una pieza musical que constituye la respuesta que un músico da al estímulo que para él supone la lectura de una obra literaria. Un compositor musical lee una determinada obra y a raíz de lo que ésta le inspira, compone una pieza musical. Ejemplo de esto prodría ser la suite Peer Gynt de Edward Grieg, en música clásica, y la canción El hundimiento de la casa Usher de Alan Parson’s Project, en música popular.

En segundo lugar está lo que denomino ‘música añadida’, que consiste en componer una pieza musical al servicio de un texto literal. Un poema para el que se compone una música de forma tal que no es sólo un poema sino la letra de una canción. Aquí tenemos por ejemplo la pieza de Rodolfo Halffter que pone música a tres poemas del Quijote: los Tres epitafios op. 16, y en la música pop-rock La canción del pirata de Espronceda del grupo riojano Tierra Santa.

Y después está lo que yo llamo ‘recreación integral de música y texto’. Esta quizá sea la forma más extendida de las tres formas de recrear la literatura. Consiste en componer una letra basada en un determinado motivo literario, en un personaje o en una determinada obra y ponerle música a esa letra. Ejemplo de esto último podría ser la ópera: Don Juan, Fausto… En la música pop y rock los ejemplos son innumerables: desde una pieza de rock sinfónico en tres partes de Camel llamada Nimrodel hasta la canción Nyneve del grupo de power metal Wurdalak que recrea un personaje femenino del ciclo artúrico.

 

¿Utiliza las nuevas tecnologías como recurso didáctico?
Las utilizo pero nunca de forma tal que desplacen la responsabilidad del profesor. Yo entiendo que un profesor tiene que tener gancho no por la habilidad con la que monta un power point o inserta una pieza musical, sino por su ascendiente personal y por la pasión que imprime a lo que hace. El principal recurso al servicio del profesor es el profesor mismo. A partir de ahí las nuevas tecnologías son tan importantes y significativas como otro recurso cualquiera, pero no en un grado de excelencia. Yo que he dado varios cursos para enseñar a profesores a cultivar sus habilidades comunicativas siempre les digo que el mejor power point o el mejor acceso a un enlace de internet  no vale de nada si el profesor no sabe contarlo ni explicarlo.

 

¿Compagina bien su trabajo como docente  con su actividad literaria?
No creo que tenga ningún mérito especial. Igual que un profesor puede pintar cuadros o componer piezas musicales, un profesor puede escribir libros de poesía como es mi caso, como respuesta a su mundo interno y a los estímulos del mundo en el que vive, para canalizar sus tensiones internas, como su forma de tomar partido ante los problemas del mundo, su forma de enamorarse, o su forma de transmitir su sentido de las cosas y sus valores.

 

¿Trabajaría sólo en la enseñanza?
Yo llevo 29 años trabajando en la enseñanza, vivo de ello. Dirijo el Trinity College en San Sebastián de los Reyes, soy profesor asociado en la Universidad Internacional de La Rioja, y aparte de eso escribo. Pero ante todo soy un educador.

 

¿Qué le ha dado más satisfacciones, la escritura o la enseñanza?
Cada cosa en su momento. Publicar un libro es algo que satisface en la medida en la que uno constata que  su lectura puede dar una pista para el lector que provoca retroalimentación, la emoción que uno percibe cuando leyendo un poema tuyo los demás también se emocionan.

El regalo de la emoción ajena ante la lectura de un poema propio no es un triunfo, es un momento mágico. La enseñanza tanto universitaria como preuniversitaria está llena de esos momentos y da muchas satisfacciones.

 

¿Prevé continuar enseñando mucho más tiempo?
Como poco hasta que la ley me lo permita. Soy un profesor vocacional y me gustará seguir dando clase en la universidad y en bachillerato hasta que me jubile, o incluso más allá de que me jubile. Eso es algo que no se puede dejar porque todo lo vocacional arrastra mucho más de la obligación.