El magistrado Emilio Calatayud, conocido por sus sentencias ejemplares en el juzgado de menores de Granada, acaba de presentar un libro en el que recopila los fallos judiciales que len han llevado a la primera plana de los medios de comunicación.
En ‘Mis sentencias ejemplares’ (editorial Esfera), escrito junto al periodista Carlos Morán, Calatayud cuenta cómo empezó su andadura en la justicia, su opinión sobre la educación que los padres están dando actualmente a sus hijos, así como los casos en su juzgado de Granada que más sorpresa han despertado en la sociedad.
Las curiosas sentencias del magistrado están siempre basadas en la reeducación del menor y buscan sacar lo mejor de cada uno. Y parece que pagar la culpa sirviendo a la sociedad ha dado ejemplo en otros menores ya que han bajado los niveles de delincuencia juvenil en Granada y, lo que es más importante, se ha conseguido la inserción social de muchos jóvenes.
Asistí a la presentación del libro, en el que el juez contó dos de sus ‘simpáticas’ sentencias:
“Un chico que escribió una canción faltando a sus profesores y que, a su vez, colgó en Internet. La sentencia ha consistido en que el menor escriba una redacción de cien folios sobre cómo hacer buen uso de las tecnologías y el derecho a la intimidad. Además, le he obligado a reescribir la canción en positivo y volverla a subir a la red”.
“Había una chica que pegó a otra alegando que ésta la miraba mal. La condené a limpiar espejos durante cincuenta horas para que estudiara su mirada y pensara en lo que había hecho”.
Lecciones más que castigos es lo que dicta el juez Calatayud. Además, con ellas, se hace querer. Según cuenta, su mayor satisfacción es caminar por la ciudad en la que vive y encontrarse a un mocetón de un metro ochenta que le reconoce como el juez que le juzgó y que, encima, se acerque para besarlo.
Por último, el magistrado habló de la ley del menor y, al respecto, se mostró contrario de la tan aclamada reforma. “Hay que dejar de modificarla, porque no es blanda. Lo que hay que hacer es creer en ella y en la posibilidad de cambio de los menores”, resaltó.
Y él demuestra creer en ellos con el amor paternal de sus sentencias, incluso ellos, los jóvenes sentenciados, hemos visto que también llegan a creer en él.