En la piscina se prudente y evita accidentes

Este post no lo escribo con el ánimo de asustar a nadie, sino todo lo contrario: lo que me gustaría es que los que hacen «el tonto» en las piscinas sean conscientes de que más vale prevenir que curar, y que una conducta responsable te puede salvar la vida o de una discapacidad

Y es que unos 60 españoles quedan tetrapléjicos cada año tras haber sufrido un accidente al arrojarse de cabeza en zonas acuáticas poco profundas o con rocas ocultas bajo la superficie, según la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid (Famma-Cocemfe Madrid).
   
El perfil de la persona que sufre una lesión de estas características (luxación o fractura en las vértebras del cuello) es el de un varón de entre 15 y 25 años, en el 80% de los casos.


 Javier Font, presidente de Famma, nos lo explica:

«A veces nos tiramos en una zona del río donde la corriente arrastra alguna roca, o encaramos mal una ola, o no nos damos cuenta de la profundidad hasta que es demasiado tarde. El impacto contra una superficie dura puede producir lesiones graves, como conmoción cerebral, pérdida de memoria o habilidades motoras. Los golpes en la espalda pueden provocar lesiones medulares de diversos grados, que pueden desencadenar una discapacidad para toda la vida». 

Además, según datos aportados por la federación, cada año mueren en España entre 70 y 150 niños por ahogamiento en playas, piscinas, ríos y embalses. El 60% de los niños que sobreviven a un accidente acuático tienen secuelas permanentes.
   
La federación recuerda que ahogamientos por pérdidas de conocimiento, lesiones cervicales y fracturas son las secuelas más frecuentes, producidas en la mayoría de los casos por actuaciones imprudentes. Un mal golpe puede causar daños cerebrales o una lesión medular irreversible.
   
Por ello, Famma recomienda prudencia a todos los bañistas en piscinas, ríos, lagos, pantanos y playas:

«Porque los accidentes ocurren en décimas de segundo, y esa es la única diferencia entre un salto de tres segundos y una discapacidad para el resto de la vida».