Los recursos audiovisuales son desde hace tiempo medios para transmitir y concienciar a la sociedad de cómo es ella misma. El uso mayoritario que se hace hoy en día del cine es con un objetivo comercial, pero no es, ni mucho menos, la única manera de «hacer cine».
Cineastas valientes y comprometidas producen por todo el mundo documentales y largometrajes impresionantes, que estimulan conversaciones apasionadas sobre los derechos humanos. También son capaces de inspirar a activistas de derechos humanos. A través del lenguaje universal del cine, nos conectamos a las experiencias de aquellos que sufren aún alguna limitación o ausencia de estos derechos.
Muchas son las iniciativas que se ponen en marcha por todo el mundo para fomentar el cine innovador y reivindicativo. Y, cómo no, hacen uso de las nuevas tecnologías y de las posibilidades que ofrece Internet.
Es muy interesante el sitio web Human Right Watch. Es una de las principales organizaciones del mundo independiente dedicada a la defensa y protección de los derechos humanos. Desde los años 70 del siglo pasado intentan concentrar la atención internacional sobre las violaciones de los derechos humanos. Y en gran medida lo logran con sus documentos audiovisuales.
Mucho más cercano, nos resulta El Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián, que este 2010 celebrará su octava edición (del 23 al 30 de abril). Que pretende ser, según palabras del alcalde de San Sebastián, «un compromiso con la función educadora de una ciudad conocida en todo el mundo por su vinculación al cine y por su defensa y promoción de los derechos humanos».
En este mundo globalizado, en medio de una recesión económica, no podemos mirar sólo hacia dentro. Nos arriesgamos a caer en una crisis de valores que se cebaría en las personas más desfavorecidas, que ahondaría aún más la brecha de un mundo herido por la injusticia, la intolerancia y la desigualdad de oportunidades.