
‘Más actuar y menos hablar’ pide Juan López de Uralde a los gobiernos. Con una extensa trayectoria en el ámbito medioambiental, ‘Juantxo’ como lo llaman en su entorno, pasó de coordinar las campañas de residuos tóxicos de Greenpeace Internacional a ser el director ejecutivo de la ONG en España.
Para quienes no le conozcan tanto, les será fácil recordarle como uno de los activistas que irrumpió en la cena de gala de la cumbre del cambio climático en Copenhague con una pancarta que rezaba ‘Politicians talk Readers act’. Por ello estuvo 21 días detenido, pero ni la experiencia en la cárcel, ni los obstáculos con los que ha topado han flaqueado sus ganas de seguir luchando por el medioambiente y la cooperación internacional. Os invito a que lo comprobéis por vosotros mismos en la siguiente entrevista.
¿Se ha avanzado en algún aspecto en cuanto a la cooperación y la lucha contra la exclusión en Iberoamérica?
Más que avanzar se ha concienciado del problema de que las multinacionales españolas no están actuando según los parámetros establecidos. En este sentido todavía estamos muy lejos de conseguir algo.
¿Qué debe cambiar para potenciar el desarrollo social como uno de los motores de lucha contra la pobreza?
En primer lugar deberían aplicarse las mismas pautas a las empresas españolas que las que se asignan en Europa y extender a todo el mundo unos principios uniformes de actuación. También es necesario que exista un código ético para que las empresas cumplan la ley y no traten de influir para cambiarla en su beneficio, como ya hemos visto en otras ocasiones en Latinoamérica. Y por último, aplicar políticas del siglo XXI y no del siglo XX.
¿A qué se refiere con las políticas del siglo XXI?
Quiero decir que en el siglo XXI hay una prioridades ambientales como la lucha contra el cambio climático, la preservación de los ecosistemas, el impulso de un nuevo modelo energético basado en las energías renovables como la solar y la eólica, un urbanismo sostenible… Estos son los criterios que las empresas en Latinoamérica deben tener en cuenta y no aplicar políticas de los años 60 y 70, que ya han fracasado en España. Por ejemplo la destrucción del litoral demostró que hay que cambiar los paradigmas del desarrollo que se han aplicado en España y no han funcionado.
¿Por qué fracaso la cumbre contra el cambio climático de Copenhague?
Básicamente fue por tres motivos. El primero, la falta de fuerza de voluntad política de los gobiernos más importantes, tanto de Estados Unidos como de Europa. Y en especial del mundo industrializado para llevar adelante un auténtico acuerdo de reducción de las emisiones. El segundo motivo fue la falta de liderazgo. En el momento en que Obama negocia liderar el tema, la cumbre queda prácticamente estancada. Por último, la organización de la reunión y la persecución de la sociedad civil impidieron el diálogo y el entendimiento que hubieran impulsado la cumbre mucho más lejos.
¿Qué se puede hacer ahora?
Se ha de cambiar un poco de estrategia. De alguna manera, hay que forzar a través del trabajo y potenciar la movilización social.

¿Cree que su actuación sirvió de algo?
Sí, sirvió para demostrar que estábamos ante las puertas de un gran fracaso y evitar el lavado de imagen que los gobiernos querían hacer. En este sentido creo que la acción puso de manifiesto todo este fracaso que hoy nadie discute, pero que a lo mejor si no se hubiera realizado nos lo hubieran intentado vender como un éxito.
¿Qué le viene a la cabeza cuando recuerda su experiencia en Dinamarca?
Sobretodo la injusticia de estar en prisión y la impotencia de ver que una vez más se castiga a quién denuncia el error de una política mientras que los verdaderos responsables del crimen medioambiental, que se estaba cometiendo en Copenhague con el fracaso del acuerdo, no tienen que asumir ninguna responsabilidad.
El 2010 es el año de la biodiversidad, ¿qué propone Greenpeace al respeto?
Que de una vez por todas se pase de las palabras a la acción. Es decir, que los gobiernos dejen de lado la retórica ambientalista, que esta vacía de contenido, y procedan a la protección de la biodiversidad. Por ejemplo en cuanto a la diversidad de los océanos proponemos la protección del 40% de las áreas oceánicas a través de las reservas marinas.
¿Cree que servirá de algo?
Ahora mismo soy un poco receloso ante este tipo de iniciativas porque veo muchas palabras y poca acción. Así que va siendo hora de exigir a los gobiernos que demuestren con acciones su voluntad y se dejen de celebraciones.
España lidera la presidencia de la UE, ¿qué haría usted si estuviera en el gobierno para afrontar los retos en medioambiente y cooperación?
El gobierno necesita un cambio cualitativo en la posición de la UE en cuanto a cambio climático y en la falta de compromiso. En este sentido nuestra demanda es que lidere eficacia, que pase del 20 al 30% el compromiso de reducción de las emisiones. Creemos que es un elemento clave que bloqueó todo el proceso de Copenhague y que España debería liderar.
El gobierno dijo quiere reducir el número de centrales, ¿esta actuando en consecuencia?
El problema es que el ministro Sebastián va en dirección contraria a lo que dice el presidente del gobierno. Hay que exigir que se cumpla el compromiso de protección frente a las centrales nucleares que se estableció en el programa electoral.
Respeto a la polémica sobre el cementerio nuclear, recientemente comentó que ofrecer dinero no es una buena moneda de cambio…
Exacto, no se puede hacer una política tan escéptica a golpe de talonario, y menos en casos como la energía nuclear. Me parece fatal comprar a un municipio para meter un cementerio nuclear.
¿Son conscientes los pueblos que quieren albergar cementerios nucleares de lo que supone?
Creo que algunos pueblos ven en esto, de manera equivocada y probablemente engañados, una opción para facilitar su despoblación demográfica del mundo rural.
¿En qué consiste la labor humanitaria de Greenpeace en Haití?
Estamos trabajando con Médicos Sin Fronteras (MSF) a través del barco de la organización, el buque ‘Esperanza’, llevamos toneladas de material a los damnificados del terremoto.