
Situados a orillas del Bidasoa, en Navarra, un río de apenas setenta kilómetros otorga carácter a esta comarca fronteriza. En estas tierras, el Pirineo cambia de aspecto y las grandes crestas se inclinan hacia el mar, suavizando sus formas. Sus montañas dan paso a amplios valles de un verde intenso, donde conviven los caseríos, los rebaños de vacas y ovejas, los bosques de pinos, robles, hayas y castaños y los helechales envueltos en la densa niebla. La historia ha dejado su impronta en cada rincón del valle, dólmenes, megalitos o santuarios en el Camino de Santiago; torres-fortaleza y palacios medievales y grandes caseríos construidos por los emigrantes que regresaron de América.