Entrevistamos a Manuel Camuñas, poeta ciego

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El poeta ciego Manuel Camuñas acaba de presentar ‘De otoños y ternuras’ (Descrito ediciones), un libro en el que los versos van pespuntando un camino de hojas caídas que invitan a la renovación.

El amor ocupa un palco central en esta representación poética, impregnando cada paso del poeta hacia un éxtasis del júbilo color ocre como la estación en la que se cimienta este viaje.

¿Qué tiene el otoño que lo hace más tierno que el resto de estaciones?

El color, su sabor en el aire y en los frutos secos, su desnudez y transparencia, su proteger la vida que brotará imparable, su melancolía de leña y chimenea, sus días lentos de lluvia, los ríos volviendo a su esplendor, la vendimia y su aroma, la invitación al amor en sus tardes doradas de miel y en sus mañanas de plata y garúa…

En cuanto al otoño simbólico, ese otoño que representa un tránsito, una metamorfosis, un cambio, ¿qué ha cambiado como poeta desde que comenzó a escribir hasta este libro?

Ha cambiado mi percepción de la belleza, que ahora es más profunda y verdadera. Es decir, percibo la belleza desde el fondo de las cosas y personas y no desde su fachada. Esta situación personal me lleva a tener argumentos para escribir. En la vida hay que posicionarse en la defensa de lo importante y alejarse de lo banal, y la belleza es causa suficiente para, defendiéndola, defender a los que sufren deshumanización y desamor.

Ha decido hacer un formato electrónico. ¿El poeta ha dejado de ser un melancólico que mira hacia atrás?

Me gusta la publicación en papel, sobre todo el olor de las bibliotecas, pero la publicación electrónica es más ecológica y económica. No debemos cerrar las puertas de la evolución. Cuando hablo de evolución me refiero a la búsqueda de las soluciones que permitan la convivencia sostenible de las personas y la naturaleza, porque en la medida que destruyamos ésta nos destruiremos a nosotros mismos.  Por otro lado, al ser más asequible publicar en formato electrónico, estamos democratizando la divulgación de la creatividad y, en definitiva de una parte del Arte.

¿Son poéticas las nuevas tecnologías?

Portada de su libroSeguro que los antiguos humanos que encendían fuego chascando dos pedernales entre sí eran capaces de encontrar poesía en esta circunstancia y, por consiguiente, plasmarla en bellos cantos.

Garcilaso cantaba a las ninfas y era bello. Nosotros tenemos, incluso, más argumentos que en aquellos tiempos, sólo nos queda encontrar la forma de cantarlos con belleza. La poesía hay que unirla con el hombre y la naturaleza y con lo que seamos capaces de imaginar. Si las nuevas tecnologías forman parte de nuestra vida, tenemos un filón interesante para escribir sobre ello, es más, yo diría que representan una entrada de aire fresco en la literatura.

Comenta que escribe para “forjar una sociedad más justa, bella y humana”. ¿De qué modo incide la poesía en el cambio social?

Estoy convencido que si por las pantallas de la televisión, de los ordenadores, móviles u otro invento de comunicación moderno, nos llegase más poesía y menos basura (violencia, egoísmo, totalitarismo, culto al poder, a la riqueza a costa de los demás, a la banalidad, etc.), cada uno nos transformaríamos en personas más humanas y de este modo tendríamos una sociedad más pacífica, tolerante y feliz. La poesía es el manantial del que todos deberíamos beber; si lo hiciésemos, una vez llenas nuestras venas de ese líquido vivificante, la humanidad, o mejor cada uno de nosotros, nos preocuparíamos de ser felices en la medida que sean felices los demás. La poesía nos ayuda a entender mejor a los otros y nos allana el camino para amar a los demás. Un poema es el mejor vehículo para expresar el amor, por eso ya estamos tardando demasiado para subirnos a él.

Habla de la indolencia como el  gran problema del hombre moderno. Omisión, que dirían los católicos. ¿Esa indolencia, esa apatía es fruto de qué exactamente?

Hemos comprobado desde tiempos remotos que la posesión de bienes no nos satisface, porque siempre queremos más. Como los bienes a repartir son escasos, esto nos mantiene en pugna bélica desde que nuestra memoria alcanza. Sin embargo, si lo que atesorásemos fuera belleza, la que por medio del Arte podemos adquirir, siendo ésta ilimitada, las personas no nos pegaríamos unas con otras para satisfacernos. No me refiero a comprar el arte, sino a vivirlo, y en la medida que podamos, a crearlo. De momento estamos en la acumulación de bienes materiales, y ese objetivo nos produce insatisfacción y ésta nos conduce a la indolencia, porque cada vez se nos empequeñece más la vida espiritual. Una sociedad indolente nos lleva a una sociedad infeliz y, al ser la felicidad lo más importante en nuestra vida, su carencia en vez de envejecernos, nos va matando poco a poco.

“Indiferente un pájaro picotea en los besos que perdí”. ¿Qué beso duele más, el que se pierde, el que o se da o el que se estampa pero nos miente?

Todos los besos tienen la forma del beso, pero no todos tienen el contenido del beso. En mi opinión, los besos que más duelen son los que sólo tienen la forma del beso; porque los besos impuestos, más que doler, suponen una humillación y un atropello a la libertad. A veces perdemos besos como perdemos el tiempo, no es doloroso, pero tampoco es para sentirse feliz. A través del beso trasladamos ternura, pasión, afecto o amistad… aunque nos pueden parecer cosas de adultos, los besos son imprescindibles en el crecimiento de los niños, pues si les faltan, alcanzarán la madurez con un vacío difícilmente recuperable.

Escribe que “Días despejados” calman “la sed de interrogantes”. ¿De qué sed calma la poesía?

La poesía calma la sed del alma. Esta sed no es fácil de detectar y por eso nos podemos pasar toda la vida sin llevarnos a los labios un sorbito de versos; en consecuencia, debemos aprovechar cualquier circunstancia para identificarla.

El alma bien hidratada nos predispone al amor hacia los demás, nos dota de equilibrio interior, nos potencia el ámbito solidario y, en definitiva, nos reconcilia con la raza humana. Esta reflexión me lleva a daros las gracias por vuestra ayuda, porque con estas acciones podemos ayudar a que alguien descubra la sed de su alma y decida verter sobre ellas unos poemas.