Ciertamente, si un niño pierde la capacidad de soñar, ¿deja de ser niño?

Os habéis preguntado alguna vez que si un niño pierde la capacidad de soñar, ¿deja de ser niño? Parece probable, ¿verdad? 40 segundos de vídeo para ver si Manos Unidas es capaz de convencerte de la certeza de ello. No dejes de verlo:

Y es que la ONG Manos Unidas están seguros de que sí, de que los niños ya no sueñan han dejado de ser niños. Por este motivo, para que nunca dejen de hacerlo, en 2011 llegaron a aprobar 77 proyectos relacionados con la infancia. Sin embargo, su reto es aún mayor: contribuir a hacer realidad ese “derecho a soñar”.

Mas me gustaría explicaros que el vídeo que hemos subido en este artículo corresponde a la campaña de la organización ‘Sueños’ y ha sido elaborado con motivo de la conmemoración del Día Universal del Niño celebrado recientemente, pero va mucho más allá. Se trata de dar uno de los problemas que afectan a los niños y, en el caso de esta organización, se han detenido en las niñas de Dommnara, del estado indio de Andhra Pradesh.

¿Y qué les ocurre? Pues yo estoy bastante conmovida después de leer la información que me pasan de esta ONG y tengo la necesidad, también, de reivindicar el derecho a soñar de estas niñas que pertenecen a los Dom, una subcasta que se extiende con diferentes nombres por todo el país.

Por lo visto, los varones de la comunidad Dommara no trabajan sino que viven de los ingresos derivados del trabajo de las mujeres, que han hecho de la prostitución la vía más segura de obtención de ingresos para el sostenimiento de sus familias.

Esta actividad, tan arraigada en la comunidad, lleva aparejadas consecuencias de extrema gravedad, según me cuenta desde Manos Unidas, e impide a los dommara salir del círculo de la pobreza y la marginación. Y es que el índice de abandono escolar entre los niños es muy elevado y proliferan a sus anchas las enfermedades de transmisión sexual y el contagio del virus del VIH.

Por otra parte, la violencia en el hogar y el abuso a menores están a la orden del día y este caldo de cultivo se aliña, desgraciadamente, con miseria, discriminación, falta de formación y abandono.

Lo realmente triste es que estas mujeres indias han hecho de la prostitución un medio de vida y la mayoría de las pequeñas son prostitutas en potencia, como lo son sus madres y lo fueron sus abuelas, que heredarán el oficio de sus madres como antes lo hicieran éstas de las suyas.

Pues bien, son justamente las Hermanas Misioneras Franciscanas de María las que desde 1998 han puesto en marcha programas de desarrollo de mujeres, jóvenes y niños marginados en varios distritos de Andhra Pradesh. En cuatro aldeas de la zona, gracias a un programa de dos años apoyado por Manos Unidas, se ha conseguido devolver a las mujeres dommara “la dignidad que les corresponde como personas y una conciencia de su valía como seres humanos que les fue arrebatada hace años”, aseguran desde la ONG.

Mediante talleres se les inició en actividades generadoras de ingresos que les han permitido dejar la prostitución y, además, se han creado diversos centros de apoyo escolar para los hijos de estas mujeres con muy buenos resultados: al menos 500 mujeres, niños y adolescentes se beneficiaron del proyecto.

Y, claro, como el éxito del programa ha sido tal, las hermanas han puesto en marcha una nueva fase de la iniciativa de tres años de duración para consolidar la tarea ya iniciada extendiéndose el esfuerzo a chicos adolescentes que recibirán formación profesional para que contribuyan al mantenimiento de las mujeres de su familia y de la comunidad. Ellos están siendo concienciados, con charlas, sobre el problema de la prostitución y sobre lo que ejercer esta actividad significa para sus madres y hermanas.

Pero lo más importante y que quiero resaltar de parte de Manos Unidas y estas hermanas:

Las niñas dommara, como todos los niños del mundo, tienen derecho a soñar y recordamos en estas fechas a los millones de niños sin infancia, sin sueños, a esos millones de adultos prematuros encerrados en pequeños cuerpos, que cada día juegan a sobrevivir en un mundo de mayores

¡Qué bueno sería encontrar un modo de alimentar los sueños de los pequeños de todos los rincones del mundo y contribuir a su realización!