
Se dice siempre que nunca la desgracia viene sola y en muchas ocasiones lo comprobamos en la vida real. Como ya te hemos contado, Malí vive desde hace un tiempo un conflicto que está teniendo consecuencias para la vida de la población civil desde múltiples puntos de vista. La inaccesibilidad de las carreteras, el cierre de las fronteras con Argelia y la huida de muchos comerciantes se suman a los efectos de una infraestructura agrícola que ya era pobre antes del conflicto.
Este panorama presente nos arrastra casi sin lugar a dudas a un escenario futuro en el que las comunidades del norte del país podrían vivir otra crisis alimentaria en los próximos meses. Así nos lo advierten cuatro organizaciones de ayuda humanitaria: Acción contra el Hambre, Oxfam, Welthungerhilfe y Solidarité International.
Y a pesar de que se alegran de que entre tan cruda realidad aparezca una buena noticia (nos referimos a que en la reciente Conferencia Internacional para el Desarrollo en Malí se han comprometido 3.200 millones de euros, superando el objetivo previsto de 1.960 millones), nos recuerdan que estas zonas podrían vivir una nueva situación de emergencia en menos de dos meses.
Para que la situación cambie sería necesario, a su juicio de expertos, que la situación de seguridad y el acceso humanitario a las comunidades vulnerables mejoren. Lo dicen porque más de dos tercios de la población en las tres regiones del norte del país (Gao, Tombuctú y Kidal) ya están viviendo en niveles de crisis de inseguridad alimentaria y en algunas zonas de Kidal se encuentran en situación de emergencia.
Por si lo desconoces, te contamos que las cinco fases de la inseguridad alimentaria que establecen los expertos del Marco Armonizado son: la primera, inseguridad alimentaria mínima; la segunda, tensionada; la tercera, crisis; la cuarta, emergencia; y la quinta y última, hambruna. Tal vez estemos aún a tiempo.
¿Por qué una nueva crisis alimentaria?
Son varias las razones que arrastran a la población maliense a este escenario. Una de ellas tiene que ver con el aumento de los precios de algunos productos de primera necesidad. Además, los mercados de Tombuctú y Gundam también carecen de suministros de alimentos básicos.

A esto se une que la estación de escasez comenzó mucho antes de lo esperado. Los ganaderos trashumantes no han sido capaces de utilizar los pastos tradicionales y los puntos de agua. Al mismo tiempo, el valor de los animales se ha reducido, lo que disminuye la capacidad de los ganaderos para comprar cereales con los que alimentarlos. Y otro de los factores que contribuye a esta situación es que el empleo alternativo a la agricultura es escaso y que los salarios se han reducido.
Y por si fuera poco, hay más de 175.000 malienses refugiados en campos de Burkina Faso, Níger y Mauritania. Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) el 24,5% de los niños de un campo de refugiados de Burkina presenta malnutrición.
¿Necesitas más motivos para ayudar? Si quieres, desde aquí puedes contribuir para cambiar esta realidad y que finalmente no se cumplan las peores previsiones.