
No es un secreto que la acción del ser humano pone en peligro a miles de especies cada año. A pesar de que cada vez más las naciones se van concienciando de la importancia de preservar la naturaleza y proteger la biodiversidad del planeta, aún quedan países que hacen oídos sordos a los acuerdos internacionales que tanto ha costado alcanzar o buscan los vacíos legales de los mismos para saltárselos en busca de un beneficio económico.
Las ballenas vuelven a ser las protagonistas involuntarias de la codicia del hombre. Recientemente saltaba la noticia de que Islandia ha decidido reanudar la caza de ballenas. Tras dos años sin realizar esta práctica, según ellos porque no se podía exportar la carne al mercado japonés debido a la crisis sufrida por Japón tras el terremoto y posterior tsunami, Islandia sorprende anunciando que vuelve a la caza de estos mamíferos.
El país nórdico tiene previsto para este 2013 cazar más de 150 rorcuales comunes (que están en la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) para comerciar con su carne y algunos rorcuales aliblancos para el comercio turístico.
Además de ser una especie amenazada, el país rompe con esta decisión la moratoria a la caza comercial de ballenas establecida por la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
Según informan desde Greenpeace, la mayor parte de lo capturado irá a los mercados de Japón, que se encuentran bastante deprimidos llegando a usar la carne de ballena en comida de lujo para perros. ¿Realmente les compensa económicamente romper este acuerdo internacional? Al parecer no.
Es más rentable el avistamiento de ballenas que su caza
La Asociación de la Industria de Viajes de Islandia (SAF, en sus siglas en islandés) ha manifestado que la observación de ballenas genera mayores ganancias económicas que la caza comercial. El avistamiento de ballenas atrajo en 2012 a unas 175.000 personas que acudieron a Islandia para ver nadar ballenas en libertad.
Pero el caso de Islandia no es un hecho aislado. Al tiempo que se da esta situación, Australia ha denunciado a Japón ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya para que anule los permisos del país nipón para capturar ballenas, ya que asegura que lo hace con fines comerciales y no científicos.
Alegan que Tokio viola sus obligaciones internacionales de preservar el medio marino por la caza de ballenas. Según la Convención Internacional de Regulación de la Caza de Ballenas, se establece «una cuota cero» en la captura de estos animales con fines comerciales.
Japón abandonó esta práctica en 1986 tras la moratoria internacional, pero la retomó un año después alegando el supuesto estudio del modo de vida y del contenido de los estómagos de estos mamíferos marinos.
Japón defiende la legalidad de la caza de ballenas
Ante la denuncia presentada por Australia, el gobierno japonés continuará la caza de ballenas en el océano Antártico como parte de una investigación científica basada en una convención internacional. Aunque la captura practicada por Japón se sustenta en principios científicos legales establecidos en el artículo 8 de la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas, Australia asegura que sus fines son puramente comerciales.
Los últimos datos ofrecidos por Japón afirman que han dado por concluida la temporada de caza de ballenas en el océano Antártico con el menor índice histórico de capturas: 103 ejemplares minke o rorcuales aliblancos, muy por debajo de las 266 piezas de 2012.
Ante esta situación, la CBI explica que hay que comprender que las ballenas no son peces, sino mamíferos; no producen miles de huevos, sino que tienen una cría cada uno o dos años, y ésta permanece al cuidado de los progenitores durante un tiempo. Esto significa que su recuperación de la sobreexplotación es muy lenta.
¡Desde aquí esperamos, sinceramente, no tener que volver a contaros noticias como la que acabáis de leer!