
El trabajo que realizan personas de manera forzosa genera de manera ilegal unos 109.400 millones de euros de ganancias anuales para sus perpetradores, de los cuales una tercera parte procede de la explotación sexual. ¿El resto? Del trabajo doméstico, la agricultura y otras actividades económicas.
Lo leemos en el informe ‘Ganancias y pobreza. Aspectos económicos del trabajo forzoso’, hecho público por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Este documento actualiza datos de otros estudios y triplica la cifra estimada hasta ahora en términos de ganancias mundiales por los distintos modos de trabajo forzoso.
Unos 72.200 millones de euros (la tercera parte del total) provienen de la explotación sexual comercial, mientras que 37.200 millones de euros proceden de la explotación forzosa con fines económicos, que engloba desde el trabajo doméstico hasta la agricultura, entre otras actividades.
Por sectores, el reparto de las ganancias generadas por la explotación forzosa con fines económicos es así: 24.800 millones en la construcción, la industria, la minería y el sector servicios; 6.550 millones en la agricultura, la silvicultura y la pesca, y 5.850 millones ahorrados por los hogares que no pagan o lo hacen menos de lo debido a trabajadores domésticos, en su gran mayoría mujeres.
Las zonas peor paradas
La región de Asia y el Pacífico es la que más ganancias anuales proporciona a través del trabajo forzado, con unos 37.800 millones de euros, seguida de las economías desarrolladas y la UE (34.200 millones). En la lista les siguen Europa central y suroriental y países de la CEI (13.100 millones); África (9.400), América Latina y el Caribe (8.700), y Oriente Medio (6.200).
Estos nuevos cálculos se basan en la cifra proporcionada en 2012 por la OIT, organismo que contabilizaba 21 millones de personas víctimas del trabajo forzoso, de la trata y de la esclavitud moderna en todo el mundo.
Más de la mitad de las víctimas son mujeres
Otro de los datos que más nos ha llamado la atención del informe es que más de la mitad de las víctimas del trabajo forzoso son mujeres y niñas, principalmente si nos referimos a la explotación sexual comercial y el trabajo doméstico.
Pero los hombres y los niños tampoco se salvan de esta lacra, ya que son sobre todo víctimas de la explotación económica en la agricultura, la construcción y la minería.
Además, el informe de la OIT identifica la falta de ingresos y la pobreza como los principales aspectos económicos que empujan a las personas hacia el trabajo forzoso, aunque también menciona como factores de riesgo y de vulnerabilidad la falta de educación, el analfabetismo, el género y las migraciones.