Tecnología versus empleo

humano-vs-robotSe  cuenta que entre 1800 y 1830, varios grupos de obreros liderados por un tal Ned Ludd realizaron sabotajes contra máquinas textiles como protesta a los empleos que los obreros estaban perdiendo a manos de las mismas. Y aunque no existen pruebas de la existencia real de Ludd, su apellido pasó a la Historia a través del término «ludita», usado desde entonces para designar a los enemigos del progreso tecnológico.  Nos exponen en TICbeat. Desde entonces, la preocupación por los empleos que pudieran perderse a manos del mismo ha sido una constante en el debate social del Primer Mundo.

EEUU se encuentra ahora en pleno renacimiento de este debate, con la reciente publicación de varios libros (como La carrera contra la máquina, de los investigadores del MIT Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee). Demuestran que no sólo los avances tecnológicos no están estancados sino que la revolución digital se está acelerando. Esto hace que las nuevas máquinas posean unas habilidades que hasta ahora estaban reservadas solamente a los humanos. Se trata de un fenómeno amplio y profundo con serias consecuencias económicas.

Algunas de estas consecuencias son positivas, como el aumento de productividad, la reducción de precios y el crecimiento de la riqueza en general. Pero la innovación digital también cambia la manera como se reparte esta riqueza, y aquí las noticias son malas para el trabajador medio. Con un progreso tecnológico corriendo más que nunca, mucha gente se está quedando atrás.

Toda revolución tecnológica cambia los patrones laborales, de modo que muchas de las actividades que hacemos los humanos, incluidas las intelectuales, serán realizadas por máquinas, un proceso que se está acelerando exponencialmente y que afectará al empleo”, reconoce Carles Sierra, vicedirector del IIIA (Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial). No es el único que lo dice. Bill Gates advirtió hace poco ante una audiencia de empresarios que “la tecnología reducirá la demanda de empleo en los próximos 20 años, y la sociedad no se ha preparado para hacer frente a ese desafío”.

Cecilia Castaño, catedrática de Economía en la Universidad Complutense, reconoce que “nadie está a salvo. El big data y las nuevas capacidades en el análisis de textos por ordenador, para revisar sentencias, por ejemplo, podría hacer que los grandes despachos no necesiten ya tantos abogados”

Hay consenso en que los trabajos más afectados serán los que tengan que ver con el manejo de datos. “Todo lo que sea creativo, que suponga manejar variables que no estaban previstas, sujetas a incertidumbres y en que cada caso es diferente, tendrán más posibilidades de mantenerse”, se asegura en artículo publicado en el país digital.