Para opiniones, los gustos; pero el otro día, en casa de Lucía Etxebarría, mientras le hacía una entrevista con motivo de su nueva novela ‘Lo verdadero es un momento de lo falso’ (Suma de Letras, 2010) terminamos comentando esa famosa frase que la autora suele usar cuando puede: ‘Monogamy is unnatural’ (La monogamia es antinatural).
De hecho, parece ser una de sus señas de identidad, una bandera que enarbola con el pasar de los años, pero lo que me asombró es que, sea o no sea la monogamia natural, terminamos hablando de uno de mis temas preferidos, la mujer, y descubrí lo comprometida que está esta escritora con nuestros derechos, y lo mucho que se acuerda siempre de los derechos olvidados de las tres cuartas partes de las mujeres del mundo.
Tras mucho hablar sobre este tema, no pude contenerme y le fui preguntando:
¿Cuál es el papel de la mujer ahora? ¿Qué crees tú que la mujer debería de hacer?
“Ese poder que hasta ahora se nos había negado, siguen sin tenerlo las mujeres de tres cuartas partes del mundo. Cuando hablamos de nuestros derechos en Occidente, nos olvidamos muy fácilmente de que en la mayor parte del mundo no se tienen. En mi opinión, a la mínima que nos descuidemos podemos perder este poder también nosotras”.
¿Podemos ir para atrás?
«No tenemos en cuenta que la Grecia clásica fue mucho más culta que la Edad Media, que fue una época oscurantista tras el gran esplendor científico y social de muchos tipos. Nosotros vivimos en nuestra tranquilidad occidental de que lo que tenemos se mantendrá, pero puede que no, puede que venga una época fundamentalista pasado mañana y volvemos donde estábamos”.
Y continúa:
“La mujer occidental tiene que saber que lo que tenemos tiene una estructura de equilibrio muy fácil y que olvidarnos tan felizmente de que tres cuartas partes del mundo no lo tienen, es muy peligroso. Hay que luchar por los derechos de esas mujeres que viven en otros países, pero no por altruismo, sino por puro egoísmo”.
¿Tú antes te involucrabas mucho en estos temas?
“Antes muchísimo, ahora menos. Antes estaba mucho más concienciada e involucrada en este tema, aunque sigo estándolo, por supuesto. Nunca hay que olvidar que las escasas ventajas de las que dispones, las tienen muy pocas mujeres en el mundo y que, como no las defiendas con uñas y dientes, y ayudes a otras mujeres a tenerlas, te las quitan mañana. No es algo que se da por hecho, que va a permanecer para siempre”.
¿Qué hay que hacer para mantener esos derechos?
“No sólo hay que intentar mantenerlos, tenemos que ir a más, por supuesto. Si en tu trabajo no te dan el permiso de maternidad, hay que denunciarlo. Te acosa tu jefe, también. Hay que denunciar todos los espacios de desigualdad que veas y apoyar a otras mujeres por puro egoísmo, lo digo muy claramente, las cosas funcionan cuando las haces por ti, no por otro. Hacer algo por otro sabiendo que no redundará en tu propio beneficio se llama síndrome de redentor y no lleva a ninguna parte”.
Bueno, pues yo me pongo a ello porque si hay algo que quiero que le quede a mi descendencia femenina es, al menos, lo que ya tenemos. Eso de ir para atrás, como los cangrejos, nunca me ha gustado, la desigualdad es injusta y hay que trabajar por una igualdad mejor. Pero hoy aprendo algo nuevo gracias a Lucía: no me olvidaré de los derechos que les quedan por conquistar a tantas y tantas congéneres mías, repartidas por todo el globo.