
Galicia, con casi 1.500 km de costa, basa una parte importante de su economía en el mar, pero la temporada invernal siempre resulta especialmente dura para las costas gallegas. El 90% del mar de fondo llega desde el noroeste y el litoral queda notablemente expuesto. En esta época la radiación disminuye y el aire frío del Ártico desciende en latitud alimentando las borrascas atlánticas que cruzan Galicia. Presenciar y poder fotografiar esos temporales en sentir en el rostro la fuerza de la naturaleza. Algunas de estas borrascas se convierten en violentos ciclones extratropicales como Klaus, Flora o Xynthia (febrero de 2010), que a su paso por Madeira experimentó un proceso denominado ciclogénesis explosiva y generó vientos superiores a los 100 km/h.