La palabra ‘recuerdo’ es una constante en el mundo del yoga. ¿Qué es el yoga? ¿Una disciplina? ¿Una ciencia? ¿Un camino? ¿Una doctrina? Para muchos de sus seguidores, se trata de un esfuerzo intelectual que estudia el comportamiento de la mente. Para otros, es una experiencia mística que conduce al silencio mental. En cualquier caso, si el yoga logra al menos relajar la mente, eso sirve para facilitar la concentración y recordar lo inmediato.
Esta teoría es una de las que ha llevado al yoga al mundo del Alzheimer. En los últimos años, en esa búsqueda incesante por contribuir a paliar los olvidos de esta enfermedad, algunos especialistas han aportado nuevos caminos. Según un estudio dado a conocer por la asociación de Alzheimer para la Prevención de la Demencia de EEUU, la práctica de la meditación de manera regular puede mejorar las funciones cognitivas en personas que sufren pérdida de memoria.
El Alzheimer, al igual que la demencia, es una enfermedad que limita el recurso de la memoria atacando al cerebro y, como efecto del mismo, los enfermos pueden sufrir procesos de ansiedad y nerviosismo. El deterioro continuo y la pérdida generalizada que padecen estas personas mayores, les llega a provocar auténticos problemas de nervios y alteraciones del sueño. Y es entonces cuando el yoga puede aportar una dosis de su filosofía.
Si los mayores logran practicar esta ¿doctrina? ¿disciplina? con acierto, o quizá con interés, seguro que consiguen, cuanto menos, un momento de tranquilidad. La relajación que proporciona esta práctica logrará que estas personas incluso duerman mejor, descansen por un momento. Y además, en sus clases de yoga, comparten el mismo dolor y la misma pérdida con otros alumnos. Y eso siempre acompaña. Es un pequeño consuelo y un buen parche para el olvido.