A la vitamina E se le acaba de adjudicar una nueva bondad, pues podría retrasar el avance del Alzheimer. Esa es la conclusión a la que han llegado los especialistas de las unidades de investigación del Hospital General de Massachusetts (HGM), el Centro Médico Bedford y la Escuela de Medicina de Harvard con financiación de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
El hallazgo dado a conocer en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Geriatría, en Chicago, señala que de 540 pacientes tratados en la Unidad de Trastornos de Memoria del HGM recibieron un tratamiento estandarizado con un fármaco para ayudar a los pacientes con Alzheimer.
Durante el tratamiento, 208 pacientes tomaron también vitamina E y ningún antiinflamatorio; 49 recibieron un antiinflamatorio sin vitamina E; 177 tomaron vitamina E y un antiinflamatorio, y 106 no ingirió ninguno de los dos fármacos.
Mientras que la dosis diaria de vitamina E osciló entre 200 y 2.000 unidades internacionales, la mayoría de los pacientes recibió dosis altas de entre 800 unidades diarias y 1.000 unidades dos veces por día.
El rendimiento individual en test cognitivos y la habilidad para realizar tareas diarias, como vestirse e higienizarse, se evaluaron cada seis meses, a los tres años, se observó un retraso modesto del deterioro de la función en los pacientes tratados con vitamina E.
También se descubrió que aquellos que tomaron un antiinflamatorio presentaron efectos muy consistentes, pero generalmente reducidos, sobre el deterioro cognitivo funcional en el largo plazo, pero en los pacientes tratados con vitamina E y antiinflamatorios se registró un efecto aditivo en cuanto al retraso del deterioro general.
Dado que estudios previos habían obtenido resultados mixtos, el equipo de investigación concluyó que se necesitan nuevos estudios para evaluar el equilibrio a largo plazo de los riesgos y beneficios para las personas con Alzheimer que toman vitamina E y antiinflamatorios.