Juguetes con energía solar

El Sol, una bola enorme de hidrógeno que se transforma en helio proporcionando cantidades ingentes de energía. Su luz tarda aproximadamente 8 minutos en atravesar los 93.000.000 km. que nos separan… y es tremenda la cantidad de energía que pasa y pasa por la Tierra sin que le saquemos apenas provecho.

Los esfuerzos por desarrollar una tecnología eficaz y que resulte barata comenzaron allá por los años 50 del siglo pasado, cuando surgieron las primeras comunidades cienfíticas, como la Sociedad Mundial de la Energía Solar. Las famosas placas fotovoltaicas (o paneles solares) revolucionaron las expectativas energéticas de los años ochenta, pero a nivel social no termina de generalizarse su uso. Como siempre, al margen de la «eficacia tecnológica» se impone la «eficacia económica». Algunos de sus componentes son caros, el mantenimiento también lo es y la vida útil es corta.

Pero las investigaciones continúan y, aunque se alargan los plazos que se dan para la posible implantación de la energía solar como principal fuente de energía, de forma discreta vamos conociendo nuevos avances. Por ejemplo, se está desarrollando un spray que podría convertir con sólo una rociada, los techos metálicos de las naves industriales en techos solares. También van estando disponibles para uso doméstico todo tipo de pequeños artilugios solares, como cargadores de móviles y otros pequeños gadgets.

Además hay un largo trecho que recorrer en cuanto a educación y formación se refiere para mentalizarnos. En este sentido nos ha llamado la atención la aparición de un juguete solar. Con tan sólo 25 piezas y unas sencillas instrucciones te puedes montar tu propio robot solar (con seis formas distintas). Puede ser realmente intersante para familiarizar a nuestros niños y jóvenes con el funcionamiento de la energía solar.

También es interesante el cochinito energético que se enchufa entre el aparato eléctrico y la red electrica. Exige dinero para permitir el paso de la corriente en función del gasto de energía electríca que consuma el electrodoméstico… quizá demasiado «capitalista», pero tan real como la vida misma.