
El pasado 28 de noviembre se celebró el Día de las Personas sin Hogar 2010, una jornada convocada por FACIAM (Federación de Asociaciones de Centros para Integración y Ayuda a Marginados), FEPSH (Federación de Entidades de Apoyo a las Personas Sin Hogar, antigua FEANTSA España) y Cáritas Española.
Bajo el lema ‘Nadie sin derechos. Nadie sin hogar‘, la campaña de este año centra de la mirada la opinión pública en las dificultades de estas personas para acceder a derechos básicos, como la vivienda, la salud (con especial dedicación a la salud mental) y la justicia, además de incidir en la necesidad perentoria de establecer una renta básica universal en nuestro país.
Con motivo de esta celebración, tuvimos ocasión de conocer la opinión de Sonia Olea, responsable nacional del Programa Personas sin Hogar de Cáritas Española que, un año más, ha sido la encargada de presentar oficialmente la campaña, incidiendo en la necesidad de respetar los derechos sociales de los que todos los ciudadanos deberíamos disfrutar, independientemente de la situación social en la que nos encontremos.
Rosalía Portela, presidenta de FACIAM, ha explicado que cuando hablamos de personas sin hogar nos estamos refiriendo a:
“seres humanos que han sido o están siendo excluidos de la franja del bienestar. Una exclusión no elegida, sino forzada por múltiples causas (personales, familiares, estructurales, institucionales…), que afecta a los grupos sociales con mayor riesgo (personas desempleadas, personas mayores con ingresos insuficientes, jóvenes sin empleo, etc.)”

La campaña puesta en marcha este año se centra en el Año Europeo contra la Pobreza. Por ese motivo, nos preguntamos qué significa esta conmemoración para las personas que están en situación de máxima exclusión, como es el caso de las entre 26.000 y 30.000 personas sin hogar que viven en nuestro país.
Llama además la atención el nuevo perfil de las personas sin hogar que se está detectando como consecuencia de la crisis: hombres en su mayoría, solteros, tanto nacionales como extranjeros; con mayor nivel de estudios y de edad media más elevada; y que dicen estar viviendo en la calle a causa de la pérdida del empleo.
FACIAM, FEPSH y Cáritas nos recordaron además que como ciudadanos:
«participéis en la modificación de un modelo social que favorece el sostenimiento de la pobreza y exclusión social, a través de las fórmulas legalmente establecidas, como asociacionismo, sufragios, sindicatos, u otras más creativas”.
El mensaje de las entidades se formula también en clave personal, dirigido a cada uno de nosotros para realizar:
“algo que parece sencillo, pero no lo es: cambiar la forma de mirar a nuestro alrededor y poder combatir la invisibilidad a la que condenamos a las personas sin hogar. Y es que, una persona sin hogar que no tiene acceso a una vivienda, a participar, a trabajar, a formarse, a cuidar su salud o enfrentar sus adicciones, se encuentra en el ámbito más severo de la exclusión: no existe. No está. Es invisible. Porque entre todos, la sociedad entera, hace que no exista, que no esté. Que sea invisible”.