Lo que hace uno o dos años nos parecían casos de leyendas urbanas, poco a poco se van convirtiendo en noticias documentadas y recogidas por los principales medios de comunicación.
La cadena CBSNews ha emitido un reportaje sobre el caso de Ashley Payne, una joven estadounidense de 24 años, que ha sido despedida del colegio en el que trabajaba por culpa de unas imágenes que colgó en su perfil de Facebook.
Tal y como también informa en español laInformacion.com «las imágenes formaban parte de un álbum privado de Facebook, al que teóricamente sólo tenían acceso los amigos de Payne en la red social. No obstante, el padre de uno de los alumnos llamó al colegio para quejarse… El director del colegio ofreció dos opciones a la profesora: dimitir o ser suspendida de empleo. La mujer escogió la primera opción, pero ahora lucha en los tribunales para recuperar su puesto de trabajo».
Como dice la protagonista de esta historia «facebook no es el colegio». Y se supone que
ella había configurado la privacidad de su cuenta para evitar que sus alumnos pudieran acceder a ella. Pero parece que no se preocupó por lo que pudieran llegar a ver los padres. Cierto que la docencia implica un grado de «compostura» acorde con los valores que se pretenden transmitir desde el colegio. El caso es que en esta historia se ha considerado como pública la información a la que se ha podido acceder a través de una red social para tomar una decisión laboral.
También se habla de un caso similar en Alemania donde el profesor despedido cantaba en un grupo de death metal. Un docente que se identifica con un movimiento que rinde culto a la muerte y otro que disfruta del vino y la cerveza en unas vacaciones por Europa. ¿Tiene más sentido despedir a uno que a otro?, ¿el hecho de conocer sus aficiones o gustos a través de facebook debería influir en la decisión?
El debate existe desde hace tiempo: Frente a quien considera que no hay problema mientras el ámbito profesional no se vea afectado por la vida privada, hay quien piensa que no se puede separar lo que uno es de lo que uno hace. Pero el concepto de vida privada y vida pública está cambiando desde que han aparecido las redes sociales. ¿Hasta qué punto tu vida privada deja de ser privada en el momento en que publicas parte de ella en una red social (fotos, comentarios, eventos)? ¿Hasta qué punto se puede tener en cuenta en el ámbito laboral lo que se sabe de ti públicamente?
En cualquier caso, de cara al trabajador, es importante que sea muy consciente de lo que publica en las redes sociales y quién puede verlo. Las redes sociales son una gran herramienta para mejorar la comunicación con nuestro entorno. Pero todo lo que pasa a través de ellas suele tener un alcance y una permanencia muy superior al que estamos acostumbrados. En la frase final de una película del hombre araña se dice «un gran poder exige una gran responsabilidad» y si entendemos que las redes sociales nos proporcionan un gran poder, yo añadiría que esa responsabilidad pasa por dedicar una cantidad de tiempo importante para conocer bien cómo funciona y cómo se controla.