Es un animal que a todos nos resulta simpático, ¿verdad? Pues lo cierto es que la foca monje del Mediterráneo estuvo a punto de desaparecer de nuestras aguas, y sigue siendo uno de los mamíferos más amenazados de extinción del mundo, con una población inferior a los 500 ejemplares, repartidos por el Mediterráneo y el Atlántico oriental, en pequeñas poblaciones fragmentadas y aisladas entre sí.
En nuestro país concretamente, la foca monje está considerada en peligro de extinción. Actualmente su presencia es ocasional, habiendo dejado de reproducirse desde mediados del siglo pasado.
A pesar de que quedan pocas, la aplicación del Plan de Acción para la Recuperación de la Foca Monje en el Atlántico oriental, en el marco del Convenio de Conservación de Especies Migratorias, que firmaron España, Marruecos, Mauritania y Portugal hace una década, parece que empieza a dar resultados positivos.
Según el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, las poblaciones de la especie de Cabo Blanco (Mauritania/Marruecos) y Madeira (Portugal) están en claro proceso de recuperación y expansión geográfica, estimándose en 200 y 40 los ejemplares de cada colonia, respectivamente.
Cifra todavía bastante ‘escasa’, pero comparada con 1998, en que las estimaciones eran que sobrevivían 120 individuos en la zona, localizados en las costas de la península de Cabo Blanco (Mauritania/Marruecos) y en el archipiélago de Madeira, son un poquito esperanzadoras.
Este martes, Medio Ambiente informaba de que ha financiado la edición de la Agenda 2011 del Plan de acción, una publicación que:
«contribuye a difundir las iniciativas que se están llevando a cabo para identificar las amenazas que sufre esta especie y establecer las medidas necesarias para mitigarlas».
Los cuatro países firmantes siguen trabajando coordinadamente para sacar a la foca monje de la categoría de especie en peligro de extinción y recuperar su distribución por aguas de la costa oeste de Marruecos y Mauritania, las islas Canarias y las de Madeira.