
La estructura del árbol de la vida fúngica, que se refiere a los hongos y que se estudia desde hace 150 años, se daba por definida evolutivamente. Pues ahora ya no lo está. La culpa la tiene un hallazgo científico que obliga a cambiar radicalmente la estructura referida.
Resulta que un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de Exeter (Inglaterra) han descubierto un nuevo grupo evolutivo de hongos, “un auténtico eslabón perdido en el árbol de la vida fúngica” que, según el CSIC, parece representar un estado intermedio en la evolución que dio lugar a los hongos actuales.
El descubrimiento se produjo cuando estudiaban unas muestras extraídas de un estanque de la universidad inglesa y se le ha bautizado como ‘cryptomycota’, que significa hongos ocultos en griego, a la espera de una clasificación formal.
Desvelan en la revista ‘Nature’, que es donde se ha publicado el estudio, que el nuevo grupo se compone de organismos unicelulares muy pequeños, de tres a cinco micras, que presentan un ciclo de vida con varias fases: células de vida libre con o sin flagelos y células asociadas a otros organismos.
En ninguna de las fases se detectó quitina, el componente fundamental de la pared celular de todos los hongos conocidos hasta el momento y que condiciona sus estrategias de alimentación y crecimiento.
Según afirma uno de los investigadores del CSIC, Ramón Massana:
“Estas características parecen sugerir que el grupo representa un estado intermedio en la evolución que finalmente derivó a los hongos conocidos. De heco, la diversidad genética detectada dentro del grupo y su prevalencia hacen pensar que puedan jugar un papel importante, pero todavía impredecible, dentro de los procesos ambientales”.
Resulta que los hongos son muy importantes en su interacción con otros seres vivos y que son los principales responsables de la descomposición y reciclaje de plantas y animales muertos. No obstante, por lo visto, aún queda mucha investigación para comprender cómo se alimentan, crecen y se reproducen.
Y un dato curioso sobre el descubrimiento de estos organismos en la laguna del campo de la Universidad de Exeter: estos nuevos hongos se vieron por primera vez al iluminar las células de ‘cryptomycota’ con sondas fluorescentes. ¡Qué cosas!