…Ojalá las mujeres maltratadas actuén ante la primera humillación

Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad

Difícil es, desde luego, salir de una situación de maltrato en la que el agresor el es padre de tus hijos o si, por desgracia, estás enganchada emocionalmente o de cualquiera de las maneras a aquel que te propicia los malos tratos. Cuando vemos situaciones en la que las mujeres, por regla general, son maltratadas, desde fuera no podemos entender como no denuncian, como no salen, como sea, de esa situación de sufrimiento y vejación. Pero, insisto, es más fácil decir ‘sal de ahí’, que hacerlo; y estas mujeres necesitan mucha, pero que mucha mucha ayuda, entendimiento y valor para plantarse y plantarles.

Es encomiable todo esfuerzo por ayudarlas a todas ellas a salir esas situaciones. Lo peor es que muchas, me atrevo a decir, ni siquiera son conscientes de que viven esa situación y justifican los malos tratos por el amor que creen que sienten por ellas sus atacantes, un amor empedernido y destructivo, que va haciendo mella en sus existencias y que les va robando poco a poco la autoestima.

Por eso, desde este blog aplaudo la nueva campaña que ha puesto en marcha el Ministerio de Sanidad, Politica Social e Igualdad. ‘No te saltes las señales. Elige vivir’ es el lema elegido en esta ocasión con la intención de alentar a las víctimas a que actúen contra su agresor ante la primera humillación que sufran.- Bueno, la primera suele pasarse por alto. Creo-.

La ministra Leire Patín, en la presentación de la campaña, dijo que hay que anticiparse a la violencia y que quiere que las mujeres sepan identificar los primeros síntomas y que, en ese momento, “actúen”. En este sentido, continuó asegurando que:

“La violencia más grave siempre es continuación de comportamientos violentos que empiezan con el aislamiento, la humillación y con un ataque a la autoestima de la mujer”.

Lo lamentable es que, a día de hoy y desde que comenzara el año, más de cuarenta mujeres han perdido la vida víctimas de la violencia de género –tres de ellas asesinadas en el último fin de semana en 24 horas. ¿Cómo es posible que doce de ellas retiraran la denuncia por malos tratos antes de que tristemente el agresor acabara con su vida? ¿Miedo a las represalias? ¿Consecuencia de la máxima cristiana del perdón? ¿Creencia ingenua en que ya no habría una próxima vez? Ellos reiteran su comportamiento, se reiteran incansablemente.

Bueno, es fácil divagar. Pero lo que estas mujeres viven en sus mentes, en sus corazones y en sus huesos no es tan fácil de comprender como escribir estas letras, pero, ¿dónde podríamos encontrar la receta infalible para evitarles tanto sufrimiento? ¿Cuántas mujeres sufren en silencio y no dan razón a nadie de sus pesares? ¿Cuántas de ellas pensarán que lo que viven es algo normal, que su marido es muy ‘macho’, que miles de mujeres en otros puntos del globo sufren mucho más, incluso la ablación, y están bastante peor que ellas?

La campaña referida, que durará hasta el 15 de diciembre, consta de tres anuncios. Cada uno relata una microhistoria que, afortunadamente, tiene un final feliz. Las tres mujeres piden ayuda a su entorno para salir del problema. Una cuenta el desprecio que sufre una mujer inmigrante por parte de su pareja; otra el aislamiento que padece otra ya madura y la tercera, las amenazas que escucha a través del teléfono otra mujer en presencia de sus hijos, cuando va en el coche con el manos libres. Terrorífica cualquiera de las tres situaciones, ¿no?

Parece ser que en la actualidad existen 724 mujeres que disponen de dispositivos de seguimiento y que, de enero a marzo, más de 32.000 han interpuesto denuncias por violencia de género. La buena noticia, dicen, es que, respecto al año pasado y en el mismo periodo, las cifras de mujeres asesinadas por violencia de género ha disminuido en ocho.

Todavía hay que seguir trabajando mucho. Haciendo campañas, apoyándolas, intentando ponernos en su piel para buscar esa pócima mágica de la que hablaba y, sobre todo, educando, educando a niños y niñas desde bien pequeños. Inculcándoles el respecto al prójimo y la justa verdad que encierra la palabra ‘igualdad’.