En total, unas 150.000 personas tienen la Enfermedad de Parkinson en España, de las que una quinta parte son menores de 50 años. Esta cifra la convierte en la segunda patología neurodegenerativa en número de afectados, tan solo por detrás del Alzheimer, según los datos que manejan la Federación Española de Parkinson y la Sociedad Española de Neurología.
Con 10.000 nuevos casos al año, el Parkinson presenta como primer síntoma, en el 40 por ciento de los casos, la depresión, mientras que en el 33% se manifiesta en forma de trastornos del sueño o disfunción sexual.
El médico inglés James Parkinson describió esta enfermedad en 1817 y la denominó “parálisis temblorosa”. Se trata de un trastorno neurodegenerativo crónico al que, hasta el momento, no se le ha encontrado una cura definitiva.
Esta enfermedad se caracteriza por la degeneración de un tipo de neuronas que se localizan en el tronco del encéfalo, que son las encargadas de producir dopamina, un neurotransmisor que interviene en el control de los movimientos y las transmisiones de los impulsos nerviosos.
Los temblores, la rigidez en los músculos, la dificultad para iniciar un movimiento y la falta de estabilidad son algunos de los síntomas de la Enfermedad de Parkinson. Con frecuencia, las personas que presentan esta patología experimentan también cierta pérdida de memoria aunque, a diferencia de los enfermos de Alzheimer, mantienen su capacidad de razonamiento.
El Parkinson es más frecuente en hombres que en mujeres y para paliar sus síntomas en la actualidad se trabaja en varias líneas de investigación. Una de ellas tiene que ver con el tratamiento farmacológico con levodopa, una sustancia que se utiliza desde los años 60 y que nuestro organismo es capaz de transformar en dopamina. En la actualidad se están llevando a cabo nuevos tratamientos con resultados esperanzadores, como ya os contamos en este post.
Otra terapia en la que se trabaja es la estimulación cerebral profunda, de la que ya hablamos en este post, que consiste en implantar en el cerebro electrodos que estimulen las regiones implicadas en el control de los movimientos. No obstante, es una técnica que requiere cirugía intracraneal y que no funciona bien en todos los casos.
Además de estas líneas de investigación, se trabaja en las terapias genéticas y en el uso de células madre para sustituir a las neuronas destruídas en el cerebro de los enfermos de Parkinson, una cuestión que nos explicó la doctora Rosario Moratalla en este otro post.