Evitar los lugares calurosos y con poca ventilación, utilizar tejidos frescos y transpirables o beber un litro y medio de agua al día para combatir la deshidratación son consejos que todos nos debemos aplicar ante los efectos del calor, pero especialmente las personas con algún tipo de afección neurológica, los niños y los mayores.
Así nos lo recuerda la Sociedad Española de Neurología a fin de que el calor no agrave los síntomas de sus enfermedades o se produzcan problemas de insomnio, somnolencia o excesivo cansancio.
Y es que experimentar problemas de insomnio es habitual entre toda la población con la llegada de altas temperaturas, pero las personas que presenten alguna enfermedad, los niños y los mayores se muestran más sensibles ante los cambios de temperatura. En palabras del doctor de la SEN Carlos Tejero Juste:
El calor impide que el hipotálamo controle adecuadamente nuestra temperatura corporal, lo que hace que regulemos peor el sueño y la calidad de éste se vea deteriorada. También hay que tener en cuenta que muchos medicamentos dificultan la regulación termocorporal, con lo cual, enfermos o personas mayores que suelen tomar medicación a diario, ven agravada más esta situación
Por otra parte, el calor hace que el impulso nervioso se propague más lentamente, lo que origina cansancio y fatiga; y además las altas temperaturas pueden incrementar los dolores de cabeza, que pueden venir acompañados de nauseas, visión borrosa, bajada de tensión e incluso pérdida de consciencia.
Es importante destacar que, ya que la deshidratación es uno de de los problemas más comunes en los pacientes con demencias y otras enfermedades degenerativas, porque pueden tener alterados los mecanismos de control de la sed, las precauciones deben ser máximas con altas temperaturas.