Héroes de la educación: el camino del respeto de Goodrich

Ser persona por los demás y para los demás. Creo que ha aprendido que vivir no es solamente trabajar y aprender una lengua sino que el contacto con la gente que te rodea, el ayudar a los demás y el dejarse ayudar es muy importante porque eso forma parte de la vida.

Texto: Pedro García Gallego, área educativa Obra Social Caja Madrid. Foto: Chiara Cabrera.

Esta es la opinión que tiene Susana Barco, educadora del Centro de Formación Padre Piquer de Obra Social Caja Madrid, acerca de lo que Goodrich, uno de sus mejores alumnos, ha aprendido dentro del centro. Susana ha tenido la inmensa fortuna, según sus propias palabra,  de ser la tutora durante cinco cursos seguidos de esta ejemplar persona.

Goodrich en el patio del colegio Padre Piquer
Goodrich en el patio del colegio Padre Piquer. Foto: Chiara Cabrera

Goodrich es un joven de 23 años originario de Filipinas. Desde hace seis años reside en España, completamente integrado, junto con toda su familia. En el transcurso de la conversación que mantenemos, que me permite conocerle mejor, le pregunto qué es lo más importante que ha aprendido en el Centro de Formación Padre Piquer y sin titubear me responde: “El respeto”.

Lo dice sintiendo plenamente el significado de esa necesaria palabra para la convivencia. Me llama la atención su madurez y serenidad, pero no la elección de su respuesta. Goodrich ha tenido la fortuna de estudiar en el emblemático centro educativo que Obra Social Caja Madrid  apoya en el madrileño barrio de la Ventilla,

Todo el equipo educativo en Padre Piquer tiene un evidente componente vocacional en el desempeño de su profesión. Sólo así se puede entender el gran empeño que ponen a diario, dando lo mejor de sí mismos, para transmitir a todos los escolares la tolerancia y el afán de superación como base educativa de su formación.

Fue en diciembre de 2005 cuando Goodrich, con 17 años de edad, llegó a nuestro país. Y el día 7 de ese mismo mes acudió acompañado por sus padres por primera vez a Piquer. Allí se entrevistó con Susana, quién recuerda perfectamente aquel momento: “Me llamaron mucho la atención sus ojos vivos con ganas de aprender y eso que hablaba muy poquito en español, tan sólo tres o cuatro palabras”.

Entró al Aula de enlace de Padre Piquer, que es un recurso educativo que está a disposición de aquellos alumnos inmigrantes que desconocen nuestra lengua y que necesitan realizar un curso académico de adaptación para poder comenzar después el plan de estudios homologado en nuestro país.

Goodrich y su ex-tutora Susana
Goodrich y su ex-tutora Susana. Foto: Chiara Cabrera
Goodrich y Susana
Goodrich y Susana

Goodrich a los dos meses de llegar a Piquer ya podía defenderse y mantener una conversación, gracias a que el tagalo (el idioma oficial filipino) tiene algunas raíces similares con el castellano y sobre todo a sus tremendas ganas de aprender. Según comenta Susana

Goodrich siempre ha querido ir por delante y por eso el mismo me pedía más libros de Gramática. Nunca se cansa de aprender y nunca tiene suficiente, pero en su inconformismo no se pone triste, ni se queda parado, porque siempre está buscando soluciones”.

Terminó 4º de la ESO con una de las tres menciones de honor que concedió Piquer y unas excelentes calificaciones. Por eso pudo realizar, a continuación, el Bachillerato de forma brillante (al mismo tiempo que trabajaba como camarero) e incluso aprobó la selectividad con una nota de 7,9 que le permitió entrar en la Universidad Autónoma de Madrid.

Según palabras de Susana, pudo afrontar este nuevo reto porque “es una persona muy equilibrada que tiene unas ganas de superación tremendas y siempre está dispuesto a demostrar esfuerzo continuo”, pero la utilización de un lenguaje muy técnico en las clases, le hizo entender que su camino no pasaba por la Facultad de Económicas. Rápidamente buscó una solución para poder continuar formándose y aprovechar lo mejor posible los conocimientos que había adquirido. Así fue, como regresó al Centro de estudios Padre Piquer y pudo comenzar el Grado de Administración y Finanzas.

Durante el primer curso del Grado de Formación Profesional consiguió una beca (la Vocational Training Travel) que le permitió hacer prácticas en una empresa, durante un mes, en Londres y en segundo consiguió otra beca que realizó en Praga trabajando por un periodo de tres meses como asistente de profesor en una Universidad Checa. Su tutora lo tiene muy claro, “Goodrich tiene una estrella y se va encontrando oportunidades que sabe aprovechar. Es de esas personas que ha dado tanto a la sociedad como lo que ha recibido de ella”.

Goodrich en el centro Padre Piquer
Goodrich en el centro Padre Piquer. Foto: Chiara Cabrera

La sencillez que emana Goodrich en su comportamiento y forma de expresarse es otra de sus virtudes. Durante nuestra conversación, utiliza frases cortas y aunque no pretende darse ninguna importancia su rutina diaria es admirable:

Mi vida es muy tranquila, me levanto y limpio la casa de mis padres (donde vivo con mi hermano) y la de mis dos hermanas, porque todos ellos trabajan por el día. También me ocupo de mis sobrinos hasta que viene mi hermana de trabajar. Luego me voy al gimnasio y al regresar me gusta mucho ver las noticias en internet o en televisión. Mi sueño es encontrar un trabajo en algo relacionado con lo que he estudiado, porque ahora estoy trabajando como camarero en un restaurante cerca de la Plaza de Cuzco. Entro a las seis de la tarde y termino mi jornada a la una y media de la madrugada.

La experiencia que ha vivido en el Centro de Formación Padre Piquer sin duda han marcado el desarrollo de este joven y así lo manifiesta en cuanto tiene la más mínima ocasión de hablar de ello.

Los profesores te enseñan el respeto hacia los demás. Vaya donde vaya el respeto que me infundieron aquí me servirá para toda la vida, como me sucede con el trabajo que tengo ahora mismo. Mi jefe ya me ha dicho, un par de veces, que quiere otro trabajador igual que yo”.

La docencia es una experiencia que Goodrich ha probado como profesor, ya que en sus “ratos libres” también le da clases particulares de inglés a niños pequeños y se siente muy cómodo enseñando: “A mí me encanta enseñar lo que me han enseñado, he trabajado en los meses de verano como profesor de inglés para los hijos de los profesores de Padre Piquer”.

Goodrich mantiene el vínculo con Susana  “recuerdo que Susana lloró al ver mis notas de la ESO, que aprobé con una mención de honor. Ella siempre tiene un momento para hablar, para charlar por teléfono o tomar un café“.

Hay quien dice que las casualidades no existen, otros piensan que sí, pero en cualquier caso lo que es indiscutible es que Goodrich fue al lugar perfecto para desarrollarse como ser humano.

Un lugar en donde el alumnado inmigrante representa el 32% del total del centro y la inserción laboral de los estudiantes de Formación Profesional (a los tres meses de finalizar sus estudios en el centro) es de un 58%. La excelencia educativa que se imparte dentro de Padre Piquer cobra mayor importancia, si cabe, cuando conocemos que el 64% de las familias que llevan a sus hijos a este centro de estudios, están en situación de dificultad económica evidente y más de 20 familias están en una situación de pobreza extrema.

Ahora Goodrich, con su sencillez y perseverancia, le está devolviendo a la sociedad todo lo que ha recibido durante los años que ha vivido en Piquer. Esta podría ser una historia más sin la menor importancia, pero cuando hablamos de valores como la aceptación del prójimo, la nobleza, el respeto, la tenacidad y las ganas de mejorar tenemos la responsabilidad y el compromiso de ser los “altavoces” que necesita Goodrich, para demostrar que cuando crees en ti mismo y te rodeas de las personas adecuadas los objetivos te los marcas tú y nadie más.