
El otro día os hablamos en este otro post de la jornada informativa que había organizado la Asociación Parkinson Madrid para concienciar sobre esta enfermedad y la situación de las personas que la padecen en nuestro país.
Hoy volvemos a hablaros de este encuentro porque arrojó varias conclusiones muy interesantes relativas a la enfermedad, su diagnóstico, sus síntomas, los tratamientos más adecuados e incluso las formas de luchar contra ese estigma social que aún perdura cuando se habla de ella.
El diagnóstico precoz, clave
En ella, el neurólogo especialista en Trastornos del Movimiento del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Dr. Martínez Castrillo, insistió en la necesidad y el la importancia de realizar un diagnóstico en la fase inicial de la enfermedad, puesto que:
Supone un doble beneficio para el paciente. Acaba con la incertidumbre de no saber qué le sucede, sabiendo a qué tiene que enfrentarse y, además, se ha demostrado que los pacientes que reciben antes un tratamiento tienen mejor calidad de vida que quienes no lo reciben
El experto señaló que es en las fases más tempranas cuando los medicamentos indicados para tratar de frenar los signos y el avance de la enfermedad surten mayor efecto, en un periodo que se conoce como ‘Luna de miel’. Además, recordó que principios como la rasagilina tienen un efecto modificador en el curso de la enfermedad y es más probable que actúe en fases tempranas que cuando el Parkinson ha evolucionado.
Además reiteró que tras el inicio de los síntomas, la media es de 18 meses para el diagnóstico de la enfermedad, aunque puede tardar varios años, siendo más rápida cuando se diagnostica por temblor que cuando se manifiesta por torpeza motora o dolor.

Martínez Castrillo indicó un factor relativamente desconocido por la sociedad en general, que entre el 20 y el 40% de las personas con Parkinson manifiestan signos de depresión. La torpeza o el enlentecimiento, propios del Parkinson, también se pueden asociar a la depresión,“lo que conlleva un retraso en el diagnóstico”.
Que el temblor no es sinónimo de Parkinson fue otra de las claves que explicó el neurólogo, quien afirmó que aunque el 60% de los pacientes que desarrollan la enfermedad padece temblores de inicio, esta dolencia no está entre las más incapacitantes, mientras que otros síntomas como el deterioro cognitivo, la congelación de la marcha, la depresión o el dolor.
Importancia de la neuropsicología y la rehabilitación
Los expertos aseguran que el tratamiento del Parkinson debe realizarse por un equipo multidisciplinar que abarque todas las aristas de la enfermedad y se debe personalizar en función de la situación clínica del paciente, su edad, su desempeño físico y sus antecedentes.
Como explica la neuropsicóloga de la Asociación Parkinson Segovia, Almudena Alonso:
La pérdida de memoria, el déficit de atención y los síntomas emocionales como ansiedad, depresión y apatía, son los principales síntomas neuropsicológicos que preocupan a los pacientes con enfermedad de Parkinson
Por eso se utiliza el tratamiento psicológico en estos pacientes, que pretende mejorar su calidad de vida y la de su entorno, así como reducir la ansiedad y los posibles síntomas de depresión. Asimismo, otro de los beneficios que aporta la terapia es la rehabilitación y el mantenimiento de las funciones cognitivas, expresó Alonso.
Además de la asistencia psicológica, otra de las aristas del tratamiento de la enfermedad de Parkinson es la rehabilitación, que, como explicó la responsable de este área en la Asociación Parkinson Madrid, Beatriz Alonso, se fundamenta en fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional y musicoterapia.
Los beneficios del tratamiento rehabilitador se resumen en el mantenimiento físico y cognitivo, el aprendizaje de estrategias para mejorar su calidad de vida y la prevención de disfunciones o alteraciones físicas asociadas a la evolución de los síntomas de la enfermedad. Además, Alonso manifestó en el encuentro que lo más demandado por los pacientes es lo relacionado con el aumento de su propia independencia y tood lo que incida positivamente en una mejor realización de sus Actividades de la Vida Diaria (AVD).
A modo de conclusión, rescatamos una reflexión del Dr. Martínez Castrillo:
Tenemos el deber de promover la investigación básica y clínica de estas enfermedades, además de tratarlas con la mejor de las evidencias disponibles. Las sociedades que olvidan a sus enfermos son sociedades enfermas. Invertir en salud es invertir en nuestro futuro