En nuestros país, al igual que en otros lugares del mundo, hay menores que nacen en familias en situación de vulnerabilidad e incluso niños que, por diferentes circunstancias, se ven privados de los cuidados de sus padres. ¿Quién cuida de ellos y les protege hasta convertirse en personas adultas? Lo ideal sería que se les proporcionase un entorno familiar protector en el que pudieran vivir sintiéndose queridos y respetados durante su proceso de crecimiento hacia la vida adulta.
Pues esto es precisamente lo que hacen organizaciones como Aldeas Infantiles, presente en España desde 1967, que desarrolla actuaciones relacionadas con el fortalecimiento familiar, la protección de los menores o el apoyo a la autonomía de los jóvenes.
Y es que el trabajo de Aldeas Infantiles no concluye hasta que el joven se independiza de la organización por su propio deseo y logra insertarse en la sociedad como una persona adulta responsable. Pero para ser adulto, primero hay que ser niño y todos debemos tener la oportunidad de vivir esa etapa en igualdad de condiciones.
La historia de estos menores comienza en un hogar diferente y muy especial, en un lugar en el que se sienten queridos, seguros y protegidos: en una Aldea Infantil SOS. Son muchos los niños que han vivido rodeados de personas con las que compartir un hogar, a pesar de que no son sus madres ni sus hermanos.
Hoy, esos niños se han convertido en jóvenes que, aunque han tenido una situación personal y familiar complicada, recuerdan su infancia con una sonrisa, porque el trabajo de Aldeas Infantiles “consiste en que esos niños vuelvan a ser niños y dejen de ser adultos”.
Aquí recogemos los testimonios de esos niños y niñas y también de esas mujeres que, a pesar de no ser sus madres, han actuado como tales. Una emocionante historia en forma de corto cinematográfico escrito y dirigido por la ganadora de varios premios Goya Icíar Bollaín: