Zigor Aldama es un periodista freelance que suele publicar interesantes reportajes sobre China, y en ocasiones sobre otros países de extremo oriente. En los últimos meses ha realizado un recorrido por el subcontinente indio y nos ha traído interesantes historias como la que hoy vamos a mencionar en este blog: la de dos personas que han apostado por cultivar productos orgánicos, pero sin que eso suponga renunciar al uso de la tecnología; es decir, que combinan tradición y vanguardia.
Los protagonistas se llaman Gangadhar Bhukya y Obularidy Bygari, dos agricultores de la región india de Anantapur, que se dieron cuenta que el cultivo de productos de forma más ecológica trae beneficios diversos. Por un lado hay un creciente mercado dispuesto a pagar más por productos de más calidad. Por otro, ellos saben bien que aunque el proceso de cultivo sea más lento y costoso al principio, a la larga la fertilidad de la tierra se ve beneficiada.
Como ellos mismos cuentan el artículo que ha publicado Aldama en el diario El País no le dan la espalda a la tecnología, y así combinan la generación de fertilizante por métodos tradicionales, usando lombrices, con la obtención de energía mediante placas de energía solar. En cierto modo la tradición y la modernidad se dan la mano gracias a la sostenibilidad.
No están solos: hasta 9 agricultores trabajan bajo el paraguas de la ayuda que les proporciona la Fundación Vicente Ferrer, cuya labor ha sido básica para garantizar el acceso al agua de la gente de la zona. De momento solo nuestros dos protagonistas han conseguido el pertinente certificado como productores ecológicos, pero ya hay más agricultores en vías de obtenerlo. Además, su trabajo ha logrado que aumente el territorio cultivable en la zona, y han mejorado la productividad, a base de diversificar los cultivos. Además de emprendedores, como avanzamos en el titular, Bhukya y Bygari provienen de estratos sociales diferentes, y son buenos amigos. Esto, si cabe, hace que la historia sea aún más redonda, casi perfecta.
Fuente de la fotografía: Zigor Aldama / El País. Gangadhar Bhukya y Obularidy Bygari pasean por la plantación