20 millones de mujeres desplazadas conviven con el riesgo de ser violadas

Mural hecho cons post it en los que puede leerse la palabra Refugiadas
Foto: Entreculturas

Son luchadoras, sacan adelante a su familia, la defienden, la sufren. Son las más discriminadas y amenazadas por su condición de desplazadas y por su sexo, pero son el motor de las decenas de millones de personas que perdieron su hogar

Son palabras del director de la ONG Entreculturas, Agustín Alonso, tras conocerse los últimos datos de Acnur sobre la situación de los refugiados y desplazados en el mundo que, entre otras realidades, nos hablan de esta: más de 20 millones de mujeres conviven con la resignación y el miedo a la violencia sexual cada día por su condición de refugiadas o desplazadas forzosas.

A la dureza de ser una desplazada o una refugiada, se une la discriminación de género y la amenaza de sufrir abusos sexuales o maltrato físico o psicológico. Así lo cuenta Nicole Ndongala, refugiada congolesa actualmente residente en España. Ella huyó de la República Democrática del Congo en 1998, por miedo a sufrir violencia sexual por ser mujer y afirma que:

Cuando hay guerra la violación contra las mujeres es el mecanismo más eficaz para desestabilizar un país

Por su parte, Luca Fabris, del departamento de África de Entreculturas, asegura que la resignación impera en las zonas más afectadas por los desplazamientos forzosos, como Sudán del Sur, donde:

El 84% de las mujeres creen que la violencia sexual debe aguantarse, es parte de ese esfuerzo que deben vivir

A esto, la refugiada congolesa Nicole Ndongala añade que una violación en tiempos de conflicto ‘es mucho más que un acto de degradación‘. Además de la violencia y el forzamiento, supone historias de ‘humillación extrema’.

Imagen de la mesa de presentación de la campaña. Al fondo de la imagen, tras la mesa, el tapiz cubierto con numerosos post-its, cada uno con su mensaje, en el que se podía leer la palabra "refugiadas".
Foto: Entreculturas

La exrefugiada sudanesa Elisabeth Waraga considera que, a veces, la peor violencia no es la que ejercen sobre ti y que lo peor es cuando la ejercen sobre tu familia, sobre tus hijos.

Uno de los peores casos que encontré fue el de una madre a cuyas hijas violaron y asesinaron delante de ella. Esa mujer vive hoy con un trastorno que difícilmente superará

En su testimonio, Elisabeth Waraga relata cómo ha presenciado tres décadas de guerra en Sudán del Sur. Cuando tenía ocho años fue refugiada en República Centroafricana durante nueve años marcados por la hambruna y la lucha constante por la supervivencia. Durante este tiempo, se dio cuenta de cuán importante era la educación de las mujeres y las niñas. Afirma que:

Educar a una mujer, es educar a una nación, ya que son ellas las que se encargan a su vez de la educación de sus hijos, de sus comunidades. Si hay esperanza para la paz en Sudán del Sur, esta paz pasa por la apuesta por la educación de las personas refugiadas y desplazadas, supone ayudar a que se construyan a sí mismos, a que construyan de nuevo sus comunidades