Hibernar regenera nuestro cerebro. O eso, al menos, es lo que dice un estudio que ha publicado la revista Nature y este hallazgo puede convertirse en una nueva línea de investigación sobre la enfermedad de Alzheimer.
Como sabéis, los osos y algunos otros mamíferos reducen su temperatura corporal en invierno de forma drástica y quedan en un estado de letargo. Durante este proceso, sus sinapsis neuronales desaparecen pero a la hora de ‘despertar’ no se produce pérdida de memoria, por lo que los investigadores creen que puede aplicarse a la investigación en Alzheimer.
El estudio realizado por la Universidad de Leicester ha descubierto que la ‘culpable’ de esto es una proteína de ‘frío-shock’ que es crucial para que no se produzca una pérdida de células en el cerebro cuando la temperatura corporal cae a niveles peligrosos.
Los científicos han descubierto que la proteína RBM3 ayuda al cerebro de los animales a reconstruir las sinapsis de los animales una vez se despiertan y así recuperar la actividad normal del cerebro.
Dicha proteína también la tenemos los humanos, pero parece no funcionar en las personas que han desarrollado Alzheimer. En este sentido, los investigadores tienen la esperanza de encontrar un fármaco que imite o aumente este efecto, porque podría ayudar a recuperar las funciones cerebrales que han perdido las personas con demencia.
Ya se ha demostrado en estudios anteriores que el estado de hipotermia protege el cerebro, por lo que para la realización de este estudio los investigadores redujeron la temperatura corporal de ratones con enfermedad de Alzheimer y otro grupo de control de ratones sanos hasta los 18 grados bajo cero.
En los ratones sanos se expresó la proteína RBM3 y ayudó a la recuperación de las sinapsis cerebrales; sin embargo, en los ratones con Alzheimer esta proteína quedó en segundo plano y no ayudó a la regeneración cerebral.
La importancia de este hallazgo radica en que se ha confirmado que la refrigeración activa un proceso que evita la muerte neuronal, por lo que se puede trabajar para encontrar un medio para desarrollar fármacos que puedan imitar los efectos protectores de frío en el cerebro y ayudar a combatir el Alzheimer.