La mayoría de la audiencia pensará que internet y más concretamente, las redes sociales, han tenido un peso importante a la hora de influir, movilizar y visualizar las revueltas, que han ido sucediéndose a lo largo de estos meses en el continente africano y Oriente Medio. El pasado martes 5 de abril, se celebró en la Casa Encendida el encuentro ”Internet y las revoluciones sociales“, organizado por AERCO y Obra Social Caja Madrid, donde 6 expertos en participación y redes sociales analizaron este fenómeno, compartiendo con los asistentes sus observaciones al respecto.
Leila Nachawati, experta en comunicación online y Derechos Humanos, habló sobre el efecto que producen las redes al transmitir la información que los propios ciudadanos van volcando a la red. En primera línea, podemos ver imágenes, narraciones, vivencias, que nos hacen partícipes de lo que está sucediendo a miles de kilómetros. A través de la visibilidad online de dichos escenarios, se va creando una empatía internacional que presiona y que exige una rendición de cuentas a los gobiernos . “Gracias al apoyo internacional y a esa visibilidad, se produjo la liberación del bloguero Ali Abdulemam en febrero de este año”. Una presión muy trabajada por parte de muchos activistas que se tradujo en una liberación.
Aun así, no hay olvidar una idea básica, y es que los principales personajes de las revueltas y los levantamientos, son personas y no Internet. Las redes sociales son herramientas que facilitan, y mucho, la transmisión de información por parte de los propios civiles, pero también con ellas, se asumen riesgos: un arma de doble filo, ya que además de «dar el poder a los ciudadanos» y conseguir que se conozca lo que pasa allí «donde los grandes medios no llegan«, son canales de información que facilitan datos e imágenes a los propios gobiernos, para poder así identificar a personas y detenerlas.
Pero además de internet, existen otras herramientas que permiten el acceso a la información como por ejemplo, el móvil. Supone el principal arma de activismo en África y Asia. Un ejemplo: en Irak solo un 2% de la población tiene acceso a internet, mientras que un 65% tiene móvil.
Por otro lado, hay otras organizaciones especializadas, que se dedican a cubrir estas informaciones y al hacerlo, protegen al testigo que reporta. Una de ellas es Witness (Testigo), cuya responsable de comunicación Matisse Bustos, explicó que Witness organización internacional que defiende los Derechos Humanos y trata de documentar, a través de vídeos, si son vulnerados. Su reto es proteger la identidad de los activistas para garantizar su seguridad, así como tratar de que el mayor número posible de gente vea los vídeos para contrastar si se trata de una información real.
Dale Zak presentó proyecto Ushahidi. Es una empresa sin ánimo de lucro que desarrolla software libre y de código abierto para recoger datos y crear mapas interactivos a través de los mensajes que envían los ciudadanos. Es una herramienta que permite crear mapas interactivos muy útiles en situaciones de crisis o peligro a partir de la información que envían los ciudadanos por medio de distintos canales, como correo electrónico, Twitter o incluso mensajes de móvil. Dale Zak, que ha participado en el desarrollo de esta tecnología, explicó que sirve para desarrollar el periodismo ciudadano y que ha jugado un papel fundamental, por ejemplo, el reciente terremoto en Japón y la posterior crisis nuclear.
Una interesante ponencia que profundizó sobre el valor de la comunicación en una era revolucionaria, donde la tecnología toma un papel de peso, sin olvidar, que está al servicio de las personas.
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