Somos Uno, ángeles de la guarda contra la prostitución infantil
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Foto: Jorge Villa
Por edad y productividad, puede que José Luis Olaizola sea el decano de la editorial Planeta. Nació en San Sebastián en 1927 y, aunque ejerció la abogacía durante tres lustros, las circunstancias le pusieron a escribir. En su haber posee 73 obras, varios prestigiosos premios (el Planeta, entre ellos) y muchas más satisfacciones.
Si tuviese que elegir, confiesa que se quedaría con ‘La guerra del general Escobar’, merecedor del citado galardón, en el que abordó la represión del franquismo; ‘La puerta de la esperanza’, sobre Juan Antonio Vallejo Nájera, del que ha vendido 500.000 ejemplares y “ha hecho mucho bien a la gente”; un libro infantil titulado ‘Cucho‘; y el más reciente de todos, ‘El jardín de los tilos’. Casualmente, estos dos últimos tienen mucho en común.
Mecenas de la noche a la mañana
Hace 10 años José Luis recibió una carta de una profesora de español de la universidad de Bangkok, Rasami Krisanamis. En ella le pidió la cesión de los derechos de ‘Cucho’ para traducirlo al tailandés y dedicar la recaudación a actividades sin fin de lucro. Olaizola se los cedió.
Al poco tiempo recibo una edición en tailandés del libro “Cucho”, que fue premio Barco de Vapor, y se ha vendido mucho, con unas fotos en las que ponía ‘escuela construida gracias a los derechos de autor de Cucho’; otra foto de un huerto: ‘huerto del que los niños toman a media mañana gracias a los derechos de autor de Cucho’. Y así me doy cuenta de que de la noche a la mañana me he convertido en un mecenas. Me quedo un poco asombrado, y les empiezo a ceder los derechos de otros libros infantiles y me va dando cuenta de lo que va haciendo con los derechos
Foto: Somos Uno
Pero la famosa profesora Krisanamis, ferviente budista, apareció en España, para participar en un congreso lingüístico, e invitó al escritor, reconocido católico, a impartir una conferencia a los hispanistas tailandeses. El motivo, según Krisanamis, era que los libros de Olaizola “tienen valores internacionales”. Así que, a pesar de la resistencia inicial, el autor de ‘Cucho’ voló a los tres meses a Tailandia.
Cuando Rasami Krisanamis se empeña en algo es imposible llevarle la contraria. Es una fuerza de la naturaleza
La budista y el misionero
Cuando José Luis llegó a Tailandia conoció a quien considera “la verdadera estrella de todo este asunto”: el misionero jesuita Alfonso de Juan. El religioso lleva 40 años en Tailandia, donde se ordenó sacerdote, y también ha desempeñado una próspera labor: ha dirigido un campo de refugiados de 400.000 camboyanos, ha ayudado a los ‘Boat people’ de Vietnam y cuando le conoció Olaizola el jesuita estaba luchando contra el drama de la explotación infantil. Rasami Krisanamis es una de sus principales colaboradoras.
Estando allí vino un día el padre Alfonso de Juan muy contento porque una azafata de Iberia le había dado 100 euros para una niña. Yo le dije que poco significaba eso ante tanto drama. Me dijo: “Por lo menos una”. Y aquello se me quedó grabado y me vine a España
Pero los kilómetros que había de por medio no hicieron olvidar a José Luis Olaizola aquella situación que había conocido de la mano de los derechos de ‘Cucho’, la budista y el misionero, así que decidió recoger dinero para ayudar a las menores tailandesas que tanto lo necesitaban.
Empecé a recibir más dinero y me di cuenta de que ya no podía echarme para atrás. Entonces fundé la ONG Somos uno. Es una ONG artesanal y familiar en la que llevamos 10 años luchando y hemos conseguido escolarizar a mil y pico niñas. De ellas hemos conseguido que 150 entren en la Universidad. Como dice Alfonso es cambiar el mundo poco a poco. El padre Alfonso y Rasami son quienes allí hacen lo mismo que hacía Rafaela Ybarra en Bilbao
Foto: Jorge Villa
El jardín de los tilos
¿Y qué hizo Rafaela Ybarra? El libro más reciente de Olaizola se titula ‘El jardín de los tilos’, en el que novela la historia real de la beata Rafaela Ybarra. El autor se resistió al encargo de escribir de “una beata”, cuya palabra tiene “una connotación un poco peyorativa”. Pero, antes de decir que no, se asomó a Internet a ver quién era Rafaela Ybarra. Y se quedó “asombrado” porque era “la santa más apetecible” para él:
En el siglo XIX se dedicaba a lo mismo que me dedico yo en el siglo XXI. En Somos Uno llevamos 10 años luchando contra el drama de la prostitución infantil. Hay 50.000 prostitutas menores en Bangkok. Rafaela atendía a las muchachas que llegaban de los caseríos para el servicio doméstico y que los rufianes y alcahuetas las acababan conduciendo al prostíbulo
¿Ella una religiosa? ¡Qué va! Rafaela, aunque creó la Congregación de los Ángeles Custodios, murió siendo laica y seglar, era una madre de familia, casada nada menos que con el fundador y presidente de Altos Hornos de Vizcaya, José de Vilallonga, una de las grandes fortunas de Vizcaya, madre de siete hijos y que se había visto obligada a adoptar a cinco más porque una hermana suya había muerto muy joven. Vivía en su palacio, La Cava, donde disfrutaba de su jardín de los tilos, tenía cochero particular, Gregorio, y empezó a hacer la caridad como hacían las grandes damas de alta sociedad.
Pero Rafaelita se da cuenta que muchas de las chicas que estaban por ejemplo en el hospital con enfermedades venéreas no era por vicio, sino por la explotación que hacían de ellas. Se dio cuenta de que había un problema. Con las chicas jóvenes puedes tratar de que no entren en la prostitución y puedes sacarlas, pero como las abandones a su suerte, vuelven a caer. Lo importante que creó ella fueron las casas de perseverancia, donde recogían a las chicas y no las abandonaban a su suerte, y continuaban la labor con ellas
A los ojos del presidente de Somos Uno, al padre Alfonso de Juan le pasa un poco lo mismo.
Cuando le mando dinero, que en 10 años ya le he mandado más de un millón de euros, le digo que no me explico cómo es posible que entre tanto dinero. Y él me dice que soy un escéptico, que son los ángeles de la guarda de las niñas ¡Aunque sean budistas tienen ángeles de la guarda!