Es así como parece que se manifiesta su toxicidad. El cloro perjudica poco a poco, en silencio. Al menos es lo que manifiestan en Greenpeace, que asegura haber constatado la «contaminación silenciosa» de las nueve
plantas que tiene la industria del cloro en España, de las que tres vierten residuos tóxicos directamente a los ríos.
El estudio de esta ONG trata de llamar la atención sobre los efectos tóxicos que genera esta industria que, según explica:
Permanecen a lo largo de los años, deteriorando lentamente la salud de las personas y el medio ambiente.
Además, asegura que, «paradójicamente», este sector contamina «para producir un producto altamente contaminante» como es el cloro, cuyo uso considera «injustificado» ante la existencia de elementos y técnicas para sustituirlo.
Bajo el lema «La industria del cloro: contaminación silenciosa«, el informe parte del análisis de muestreos de agua y sedimentos en los alrededores de las nueve plantas productoras de cloro que operan en España.
Ocho de ellas utilizan una tecnología «obsoleta», denominada «de celdas de mercurio», técnica «muy contaminante que libera al medio ambiente grandes cantidades de elementos tóxicos». Tres de las industrias analizadas vierten directamente a ríos en Monzón (Huesca), Sabiñánigo (Huesca) y Flix (Tarragona).
Greenpeace asegura que en la mayoría de los vertidos se han detectado metales pesados, como mercurio, cadmio y otros contaminantes característicos de esta industria, tales como cloruro de vinilo, dicloroetileno o cloroformo.