El suelo fértil del planeta ya no lo es tanto. En posts anteriores te hemos contado que el 40% de los suelos son áridos y es que, solo en el año 2011, se han perdido 24.000 toneladas de suelo fértil en todo el mundo lo que supone una media de 3,4 toneladas por habitante. Alarmante ¿no creéis?
Pues todavía está en nuestra mano reducir estos efectos perjudiciales contra el medio ambiente a través de la adopción de sistemas de manejo del suelo como es la agricultura de conservación.
Esta técnica, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO), tiene como objetivo fundamental conservar mejor el suelo y hacer un uso más eficiente de los recursos naturales. Se trata de prácticas agrarias sostenibles que persiguen una menor alteración del suelo y el mantenimiento de una cobertura de restos vegetales.
De este modo, la agricultura de conservación conseguiría reducir esta desertificación hasta en un 90% , mejorando la calidad y la fertilidad del suelo al incrementar su contenido en materia orgánica.
Y es que, en ocasiones, tomamos este tipo de técnicas como una opción cuando, en realidad, conservar la biodiversidad es toda una necesidad. En este punto, no puede pasar desapercibida la microfauna (lombrices, hongos, hormigas o bacterias) que es esencial como fuente de alimento para un gran número de aves y otros animales, y que también se ve afectada de forma colateral en el momento en el que el suelo fértil desaparece.
Recientemente hemos conmemorado el Día Mundial de la Conservación del Suelo, sin duda, un momento más que oportuno para advertir de esta problemática pero no el único. Por ello, es importante recalcar la necesidad de preservar la fertilidad de nuestros suelos hoy, mañana y siempre.