
Hace algunos días os conté mi experiencia al montar en metro siendo usuario de silla de ruedas. Hoy os comentaré mis impresiones sobre otro medio de transporte que miles de personas utilizan cada día para desplazarse: el autobús.
Deciros que comencé a utilizarlo hace un mes y que todavía mis itinerarios no me han permitido coger muchas líneas, pero que poco a poco iré aumentado mi ‘radio de acción’.
Os contaré mis primeros días. Al principio no fue nada bien. El primero que decidí hacer el trayecto solo, la rampa se quedó atascada al subir y todos los viajeros tuvimos que bajarnos. No parecía un buen presagio, pero la solución fue sencilla, simplemente esperé al siguiente autobús. Eso sí, no me gustó llegar tarde a trabajar, y menos, cuando no era culpa mía.
A la mañana siguiente, también hubo otro pequeño problema. Hice una señal al 44 de Moncloa para que abriera la puerta y bajara el dispositivo accesible. El conductor me comentó que no podía subir porque la rampa no funcionaba. Espero que fuera verdad, mi único consuelo era confiar en su buena fe. La solución fue la misma que el día anterior, esperar al siguiente. Por supuesto, volví a llegar tarde al trabajo…
El resto de días no ha habido grandes inconvenientes. Espero al 44, solicito la rampa y hacemos el recorrido. El autobús tarda más y quizá esté más condicionado ante posibles imprevistos que el metro, pero eso es algo a lo que se expone cualquier viajero.
La principal ventaja respecto al subterráneo es que no se depende tanto de los ascensores (el otro día volvía a estar roto el de mi parada de metro), mientras que el mayor problema es que las rampas de los buses tienen demasiada pendiente. De hecho, creo que las de los vehículos más antiguos son más adecuadas.
Ya te comenté las ventajas de la tarjeta azul que, por supuesto, también vale para el autobús. Así que ¡no dejes de solicitarla!
Como conclusión final tengo que decir que, al igual que el metro, el autobús todavía es un servicio de transporte que tiene mucho que mejorar para que las personas con discapacidad puedan acceder a él en igualdad de condiciones, pero, insisto, hay que atreverse a utilizarlo. De nada sirve quejarse y no usarlo. Y si te decides a montar y encuentras inconvenientes, reclama.