Un artículo de la revista JAMA Neurology publicado por un equipo de investigadores de la Universidad Washington de St. Louis afirman que los problemas de sueño podrían tener relación con el Alzheimer, porque se suelen manifestar en las fases más tempranas de la enfermedad, antes de que se produzcan otros problemas propios de la misma, como el deterioro cognitivo o la pérdida de memoria.
En las últimas investigaciones ya se había demostrado que la falta de sueño tenía relación con la formación de placa amiloide en el cerebro de ratones, pero además lo que la evidencia indica que se produce en una doble dirección, es decir, que las placas interrumpen el sueño y que, al mismo tiempo, esa falta de sueño produce más placas.
Los problemas de sueño son comunes en las personas a las que se les ha diagnosticado Alzheimer, pero los investigadores que han realizado este trabajo van más allá y creen que estas alteraciones en la vigilia podrían ser un indicador de desarrollo precoz de la enfermedad.
Para la realización del estudio se reclutó a una muestra de 145 pacientes de entre 45 y 75 años, todos ellos sin deterioro cognitivo y con actividad cerebral normal en el momento de la realización del mismo.
De estos pacientes ya se habían analizado distintas muestras de fluido espinal para un estudio transversal y en 32 de ellos se detectó patología preclínica, esto es, que presentaban placas en el cerebro pero que aún no se habían manifestado problemas cognitivos.
A todos ellos se les analizó su rutina de sueño, registrando las horas a las que se acostaban y levantaban y midiendo su actividad cerebral en ese tiempo. Esto permitió, como señala uno de los coordinadores del estudio “medir la eficiencia del sueño”.
Los resultados indicaron que quienes habían mostrado evidencia preclínica de placa amiloide tenían una menor eficiencia que aquellos que poseían niveles normales. Los primeros, a pesar de que pasaban más tiempo en la cama, dormían menos tiempo y con más interrupciones que los segundos. Además, aquellos que registraron una eficiencia del sueño menor a 75% multiplicaron por cinco las posibilidades de desarrollar la enfermedad.
Según los expertos, esta investigación ha servido para conocer de qué forma fluye la conexión entre Alzheimer y falta de sueño, ayudando a determinar el curso de la enfermedad y sirviendo de punto de partida para el desarrollo de nuevos fármacos.