Paul Newman, la belleza solidaria

Hace unos cuantos días que nos dejó uno de los mejores actores del celuloide, Paul Newman. Sobre su trabajo (siempre representando esos hombres dubitativos, difíciles, atormentados) y su belleza (ese canon irrepetible que en él se conjuró) se ha hablado tanto, y tanto será necesario volver sobre ello que no nos ocuparemos ahora de ambas facetas, sino de una menos visible, pero sin duda más solidaria: su filantropía.

Basta un único dato, una única cifra, para hacernos una idea de su compromiso: ha repartido 175 millones en los últimos años en diferentes emprendimientos solidarios para ayudar a los más necesitados.

Newman’s Own, la marca de populares productos culinarios orgánicos (salsas, sobre todo salsas, limonadas y vinos)  comercializados por el propio actor, con su imagen plasmada en los envases, seguirá trabajando, seguirá imprimiendo la imagen del ya mítico actor, como viene haciendo desde su creación en 1982, y seguirá destinando todos, todos sus beneficios a obras caritativas.

Instalación de sistemas para limpiar en agua en regiones de India o África en las que la población apenas tiene agua, y la que disponen para consumo está enfangada; campamentos para niños con leucemia, enfermedades críticas o con discapacidad o distintas causas ecologistas son algunas de las apuestas fuertes del compromiso del actor.

Por todo su legado, el fílmico, el personal (decidió vivir sus últimos días, ya desahuciado, con los suyos, en su casa) y el solidario, gracias, Paul.