Nació en Barcelona, en 1945. Es licenciada en Derecho y Periodismo. Formó parte de la plantilla de TVE desde 1970 y hasta el año 2008. Ha trabajado como corresponsal en Moscú, Viena, Buenos Aires, Nueva York, Roma, Pakistán, Hong-Kong y Pekín. También es miembro fundador de la televisión de Cataluña TV-3 como directora de programación y producción.
El pasado 3 de noviembre y como parte de las actividades paralelas de la exposición sobre Malaria que se está realizando en el Espai Cultural Caja Madrid de Barcelona, brindó una charla donde explicó cómo es la vida de un corresponsal en países endémicos. Aprovechamos su visita para hacerle estas preguntas:
¿Qué diferencia encuentra entre el periodismo de sus inicios y el que se hace ahora?
Pues en que estamos haciendo otro trabajo, realmente. Ha cambiado mucho, en cosas para bien porque evidentemente la revolución tecnológica ha aportado posibilidades de acceso a lugares y fuentes que antes era impensable, pero en contra partida también ha traído mucha menos reflexión, menos análisis y por tanto menos rigor a la hora de informar. Y eso creo que es grave para la sociedad.
Entendiendo que la información se ha espectacularizado, ¿cuál cree que es el principal reto que tiene el periodismo de cara al futuro?
No perder la esencia, porque está muy bien que cambiemos el soporte, en cuanto pensemos que son herramientas al servicio de un fin y el objetivo del periodismo es darle a la sociedad los elementos más adecuados posible, más cercanos a la verdad posible, mas honestos posible, para que forme una opinión, sepa que está pasando y pueda reclamar sus derechos. Entonces lo que no puede, es perder por el camino este objetivo, mezclar géneros y convertir la información en espectáculo.
¿Cuánta libertad tiene un periodista para ejercer su trabajo?
Depende de donde estés. Si hablamos de occidente, libertad tienes mucha. Lo que ocurre es que lo que antes era un condicionante político, ideológico, es decir que los poderes trataban de recortar libertades en función de lo que les convenía ideológicamente, ahora es la economía la que marca la agenda. Es la ley del mercado la que prima y eso recorta las libertades evidentemente, porque aquello que no produce beneficios, no interesa.
¿Y cuál de estas limitaciones es más difícil de evitar?
Es mucho más difícil soslayar la ley del mercado que la censura política. Ahora estamos en un momento en el que las empresas periodísticas están preocupadas por hacer caja y no por la excelencia informativa, por tanto la libertad del periodista para diseñar la agenda es prácticamente nula. No te dicen lo que tienes que decir, pero si de qué tienes que hablar.
¿Cree que es necesario replantear la forma en que se están utilizando los medios de comunicación masivos?
Absolutamente. Creo que se están deteriorando extraordinariamente, que están transmitiendo valores que son totalmente desviados y que no van para nada en beneficio de conseguir una sociedad equilibrada, sana, etc.
Yo siempre hago un paralelismo con la alimentación: si se controla que los empresarios, aquellos que no tienen escrúpulos, no pongan cualquier porquería que te intoxique en alimentos, no se puede permitir que la televisión, que sobre todo es una herramienta muy poderosa de masas, esté intoxicando socialmente. Ya se que diciendo esto te saltan al cuello porque hablan de la libertad de expresión etc., pero hay que buscar el equilibrio. Hay que explicar muy bien al ciudadano y al que está consumiendo medios. Porque es evidente que cuando una persona compra el ‘Hola’ no busca una información de geoestrategia mundial, pero un programa de televisión no puede decir que está dando un debate informativo cuando esta haciendo circo.
¿Qué piensa sobre los “nuevos medios de comunicación” digitales?
Estoy muy a favor de todo lo que es innovación tecnológica, pero siempre pensado en que son herramientas, no fines. Es decir que tienen que estar al servicio de la información y no viceversa. Y esto es un poco lo que está pasando. Estamos en un momento de transición y todos los momentos de transición son inciertos y angustiosos porque no se sabe hacia donde se va a ir.
Creo que hay que tener cuidado con los medios digitales, porque puede pasar lo que ha pasado con la televisión. Cuando se produjo la revolución tecnológica en la información, se pensó que eso conduciría a una globalización de la información y por lo tanto habría una cohesión social, una mayor transparencia y en definitiva paz. Y esto no ha sucedido para nada. Puede pasar lo mismo otra vez con los medios digitales.