
‘Otro derecho penal es posible’ es una plataforma que, formada por un grupo de profesionales del mundo universitario, del derecho y la justicia, surgió espontáneamente con un objetivo común: revisar el sistema penal español. Son profesores, abogados, fiscales y magistrados que piensan que el actual sistema no responde a las necesidades de nadie, ni de las víctimas, ni la rehabilitación de los delincuentes, ni a la sociedad en general.
“Estamos cayendo en una escalada de más derecho penal, más penas y más severas pero que, lamentablemente, no solucionan nada”,
explica José Luis Segovia, abogado y profesor de la Universidad de Salamanca, con el que hablamos de esta iniciativa de la que forma parte.
¿Cómo pretende humanizar el derecho penal?
La humanización del derecho penal la entendemos en dar respuesta a las necesidades de las partes implicadas, empezando por las víctimas y la necesidad primera que tienen de sentirse acogidas, escuchadas y atendidas, ya que el modelo actual está preocupado, exclusivamente, del castigo al culpable e imponer penas, penas y más penas.
¿Las penas no son la solución?
Que se imponga un año, medio, cinco años o menos de pena no satisface nada. Proponemos reformar el sistema penal desde las víctimas, no necesariamente incrementar la cantidad de penas, sino atender las necesidades reales que tienen las partes implicadas en los delitos.
¿Qué persigue esta nueva fórmula?
Este modelo de justicia reestructurativa busca no enfrentar los derechos de la víctima y los del infractor. El único momento en el que están claramente enfrentados es en el delito: uno tiene el bolso y la otra no quiere soltarlo. Pasado esto lo que hay que hacer es no seguir enfrentando como hace el sistema penal vigente. El infractor no sólo debe devolver el bolso, sino que debe reconocer y asumir que lo ha hecho, y analizar el por qué. Supongamos que es un drogodependiente, pues deberá someterse a un proceso de superación de drogas. En cuanto a la víctima, tiene derecho a que le pidan disculpas, que le expliquen por qué le han robado el bolso y se lo devuelvan. Y si tiene miedo a salir a la calle, que supere este miedo que a veces es más costoso que el dinero que se le han llevado.
Se dice que “España es uno de los países europeos que tiene una gran desviación entre los delitos cometidos, la percepción de inseguridad y la utilización de la prisión”. ¿Cómo definiría el sistema penal español?
Creo que hay una grandísima esquizofrenia. En los últimos años hay una tendencia general a la baja en la tasa de delitos, dependiendo de cuáles, mientras que existe una espectacular alza de la población penitenciaria que va creciendo exponencialmente. Paradójicamente, la percepción de los ciudadanos dice que España es el paraíso de la delincuencia, cuando somos el país número uno en tasa de presos por habitante, muy por encima de otros estados que en nuestro imaginario social aparecen como mucho más duros y que, sin embargo, tienen una tasa de delincuencia más alta y una de penalización más baja. Aquí existe una distorsión que hace que parte de la población piense que los delincuentes entran por una puerta y salen por otra o que el sistema judicial español es blando.
¿Por qué cree que en un país democrático como España hay esta relación entre la sociedad y la justicia?
Esto se achaca a la falta de eficacia del sistema judicial que tiene unos medios todavía muy obsoletos, un retraso en el manifiesto de la resolución de los casos y sobretodo una falta de humanización y un desconocimiento enorme de cultura jurídica por parte de la ciudadanía.
¿A qué se debe esta distorsión?
En mi opinión se debe a dos razones: en primer lugar, todavía tenemos una justicia muy lenta y poco cercana a las necesidades de las personas. Buena parte de los juicios se celebran de conformidad y cuando la víctima pregunta “oiga, ¿qué va a pasar en este juicio?”, he sido testigo de que se le ha dicho “señora, usted no es parte” o “¿y a usted qué le importa?”, a lo que la víctima responde “¿cómo que no soy parte si me han robado el bolso?, me han hecho comparecer más de cinco veces y me ha costado mucho más venir que lo que me han robado, y encima no me dan ninguna explicación. Entonces la víctima se va con la sospecha de que al delincuente no le pasa nada. Sin embargo, el culpable acabará haciendo su condena y probablemente con unamás larga porque determinados delitos, como el tráfico de drogas, están penalizados el doble en España que en Portugal.
¿Y en segundo lugar?
El pa