La realidad de las personas sin hogar

persona sin hogar en la acera de una ciudadHace unos días, entrevisté a José Manuel Caballol, presidente de la Fundación RAIS, organización que se dedica a las personas sin hogar y a los inmigrantes en riesgo de exclusión, cubriendo todo su proceso de recuperación, desde ir a la calle a buscarlos hasta la puesta en marcha de programas de empleo y de activación.

Mientras espero, ojeando unas publicaciones que hay en la mesa, encuentro una postal que me llama la atención: “Cinco golpes como éstos y la calle será tu hogar”. Los cinco golpes son la muerte de un ser querido, la pérdida de un empleo, la separación y la falta de recursos. Muchos hemos pasado por algunas, si no todas estas situaciones, ¿pero se imaginan vivirlas en menos de un año? El itinerario trazado por la tarjeta continúa con el desahucio y termina con la calle.

Hoy toca hablar de todos aquellos que han vivido este escenario en sus propias carnes.  Personas transparentes, con una experiencia vital y una intimidad vividas extra muros y que, sin embargo, viven opacas, ocultas tras una barrera psicológica que impide ver su realidad en todas sus dimensiones.
José Manuel Caballol, ya está listo y el encargado de prensa, José María Servian, me acompaña a su despacho por un pasillo custodiado por fotografías repletas de experiencias vividas entre  los voluntarios de la fundación y las personas sin hogar. Imágenes que habla de normalidad,  de relaciones en  las que las personas interesan por lo que son, en las que, en definitiva, se comprende que vivir en la calle es una circunstancia y no un rasgo. Saludo a José Manuel.  Comienza la entrevista.

¿Cómo es la primera toma de contacto?

Hay muchas vías de acceso de la gente. Desde los sitios en que hacemos trabajo de calle, en los que vamos a buscar a la gente y nuestra toma de contacto es pro-activa, hasta el boca a boca en los centros de día que tenemos, pasando por programas de derivación de recursos de los servicios sociales.

¿Hay rechazo en un principio?

En general, a las personas que van a visitarles, normalmente no. Hay un mito muy extendido de que si la gente no quiere ayuda y todo eso. La gente no quiere la ayuda que a veces les proporcionamos, que tampoco es mucha, ni es muy adecuada. Por ejemplo, en ocasiones les ponemos recursos en los que hay que estar en un horario determinado, en los que no pueden estar con su pareja ni con sus animales. Tenemos que pensar que son adultos y que les proponemos una serie de cosas que a lo mejor es eso lo que rechazan.

¿Cuáles son las necesidades de personas sin hogar?

En un 80% de los casos el terreno afectivo es muy importante. Decía el sociólogo Robert Castel, que la integración y la exclusión se puede medir por 2 vectores: el del trabajo (el de los recursos) y el de las relaciones. Si ambas cosas están flojas, estamos en un grave peligro de exclusión. Lo que ocurre, es que el itinerario de integración que normalmente trazamos, olvida el tema de las relaciones y creemos que podemos recuperar a la gente a través de recursos- prestaciones, dinero, alojamientos, etc.- y trabajo y una vez que eso pase todo lo demás vendrá por añadidura. La realidad es que lo que pasa es al revés, que si nos centramos en lo afectivo, en la autoestima, en las relaciones, lo demás (el empleo, el techo), es lo que viene por añadidura.

«Si nos planteamos que el camino es que la gente salga de su situación y se ponga a trabajar eso no lo hacemos ninguno. Nos levantamos todos los días para ir a trabajar porque tenemos nuestra familia, tenemos nuestros amigos, tenemos nuestros hobbies, y eso nos permite afrontar los problemas y disfrutar las cosas buenas. Pues ellos exactamente igual».

¿Cuál es el perfil de las personas sin hogar?

Las personas sin hogar autóctonas, por decirlo de alguna manera, normalmente son personas que tienen una edad mayor, que tienen un recorrido en situación de exclusión mayor. Por el contrario, los inmigrantes son personas más jóvenes. Obviamente empieza a haber inmigrantes con un recorrido mayor, pero estos ya son personas sin hogar, que vinieron en los años 90 y que algunos de ellos ya tienen el perfil exacto de persona sin hogar. Pero las encuestas del INE cuando dicen que el 50 % de las personas sin hogar son inmigrantes lo que dicen es, que el 50% de las personas que utilizan los recursos para personas sin hogar son inmigrantes. De lo otro no hay datos.

¿Me sorprendería conocer su historia previa?

No te sorprendería en absoluto, te parecería la historia más normal del mundo. Pérdidas de empleo, separaciones conyugales, problemas de alcoholismo… La mezcla de cosas es la que hace llegar a una situación que no olvidemos no es un estado, es una situación. Si estás sin hogar no te define como persona, define la situación por la que estás pasando.

¿Ha aumentado el número de personas sin hogar con la crisis?
La exclusión social con la que nosotros trabajamos requiere también de su proceso para plasmarse en situaciones como las que nosotros tenemos. La gente no pierde el trabajo y se queda en la calle. La gente que pierde su trabajo normalmente puede recurrir desde las ayudas al Estado que mantienen a la gente en cierta medida hasta que busca un trabajo, la propia familia, hasta el propio patrimonio, esto mantiene a la gente en una situación difícil, pero no la arroja a la calle.
Se tienen que dar un cúmulo de circunstancias importantes, añadidas a esa situación económica y un proceso de tiempo, porque incluso a mal dadas, la gente pierde su trabajo, pierde el piso, etc. aguanta en casas familiares, aguanta en casa de amigos, vive incluso en casa de sus padres. De momento el tiempo que ha pasado es demasiado corto y no lo estamos notando.

¿Han cambiado los estereotipos con la crisis?

Yo creo que no. Lo que pasa es que la gente es sensible con lo que conoce y el principal problema de la problemática de la exclusión es que se conoce poco y lo que se conoce se conoce estereotipado, a lo que se une el ser una problemática de un gran tinte moral: el que está en la calle algo habrá hecho. Además, al mezclarse problemas con sustancias tóxicas, eso siempre se juzga, y luego es cierto que los medios de comunicación ayudan muy poco a la gente que tiene esa necesidad: de gente que no quiere la ayuda, de locos, de peligrosos, de que matan a la gente, nada más lejos de la realidad. Obviamente hay episodios de violencia, pero yo siempre digo lo mismo: en el ámbito de la violencia de las personas sin hogar, las personas sin hogar son víctimas.

70 personas sin hogar murieron víctimas de la violencia en 2006, según un estudio de la Fundación ASIS de Barcelona sobre violencia estructural contra las personas sin hogar. En definitiva somos una sociedad que permite que se mueran personas en la calla cuando tenemos abundancia de recursos. Si bien es cierto de que algunas de las personas no quieren ir a los recursos que les damos, también lo es que esta es una excusa muy pobre para una sociedad como la nuestra, que puede presumir de sociedad avanzada, de estado de derecho


¿Cómo juegan las administraciones su papel?

Necesita de una renovación amplísima. Si bien es cierto que muchas de ellas se sienten responsables de estos temas, también lo es, que aplican para su resolución herramientas del S. XIX. Luego están las administraciones que niegan este problema: “Yo aquí, en mi ciudad no tengo este problema”. De hecho no es infrecuente que en distintas ciudades españolas se mida el problema de las personas sin hogar en función de los recursos que pongo: Es decir, tengo 30 camas para personas sin hogar, pues tengo 30 personas sin hogar. No es verdad, obviamente.

«Lo que no es, es un tema de estado, lo que no es, es un tema de primera línea de agenda política y, lo que no es, es un tema de partido y, está muy al albur de que el responsable que te toque sea una persona que tenga una especial sensibilidad».

¿Un proyecto para el futuro?

Estamos construyendo un centro de acogida en el barrio madrileño de Las Tablas. Un  proyecto que hemos conseguido gracias al apoyo de la Obra Social Caja Madrid y que esperamos esté finalizado en diciembre. Es un centro muy especial  ya que está formado por seis casas adosadas con distinta alturas, con capacidad de diez personas cada una. La gente va a tener su llave para entrar en su casa, tendrá su cocina, su salón, su lavadora para lavar su ropa. Además, es eficiente porque se mantiene una planta oculta en las viviendas, a través de la cual, los profesionales tendrán acceso a las viviendas, lo  que permite un ahorro importante de esfuerzo de los profesionales.