¿Neutralizar la huella ecológica con energía solar?

Foto: ecooo.es
Foto: ecooo.es

La huella ecológica de los países desarrollados crece día a día, y con ella crece la preocupación por la sostenibilidad del planeta, no sólo a nivel medioambiental, sino también en la esfera económica y social.

Lo que la huella ecológica nos indica es el área de territorio ecológicamente productivo que una población determinada necesita para obtener de forma continuada todos los bienes y servicios consumidos, así como para absorber los residuos generados a partir de dicho consumo.

En España, y según un estudio del departamento de Estudios e Investigación de ecoºº, esta huella ecológica es de 6,4 hectáreas (ha) por habitante; una cifra que no diría gran cosa si no fuera porque la biocapacidad existente, es decir, el territorio productivo que hay efectivamente disponible, es de 2,4 ha por habitante. Es decir, nuestro país tiene un déficit ecológico de 4 ha por habitante; 4 ha que no se encuentran en el interior de nuestras fronteras y que debemos explotar en los territorios de otros países.

Si esta tendencia se fuera extendiendo desde los países desarrollados a los países en desarrollo, como está ocurriendo actualmente, nuestro planeta se vería en creciente peligro.

De ahí que huella ecológica y sostenibilidad estén íntimamente relacionadas y de ahí que la evolución de ésta dependa de aquella. En la huella ecológica de un español medio, el componente del consumo que más peso tiene es el de la energía, medida en la cantidad de hectáreas necesarias para la absorción del CO2 emitido en la combustión.

Así, de las 6,4 ha que requiere por año un ciudadano medio en nuestro país, 4 ha corresponden al consumo que este ciudadano hace de los recursos energéticos y sus correspondientes emisiones de CO2. El uso del automóvil, la calefacción, así como la electricidad utilizada en el hogar, en la oficina o en un restaurante, son suficientes para causar casi 2/3 de nuestra huella ecológica. Si lográramos, por tanto, borrar de nuestro consumo tales emisiones, llegaríamos a igualar la huella ecológica y la biocapacidad existente, reduciendo a cero nuestro déficit ecológico personal y contribuyendo, así, a la sostenibilidad de nuestro estilo de vida.

Pero para un ciudadano corriente, borrar su huella energética puede ser casi imposible. Aún si decidiera moverse a pie o en bicicleta en lugar de en automóvil, aún si se transportara en autobús entre una ciudad y otra, o incluso practicando a rajatabla la eficiencia energética en su propio hogar, este ciudadano no llegaría a cubrir ni una hectárea de su huella ecológica global.

Esto sucede porque la huella energética no sólo depende del uso directo que este ciudadano hace de la energía, sino también del uso que de ella hacen todos los servicios a los que él acude (el restaurante que antes mencionábamos, por ejemplo, entre otros muchos).

Entonces, ¿qué puede hacer un individuo ante semejante desafío?

Existen dos opciones: o bien hacer lo posible a nivel individual y esperar luego que el Estado haga el resto (algo muy poco alentador, teniendo en cuenta que los niveles de emisión de CO2 del sector industrial y de servicios en España no para de aumentar), o bien apostar por una alternativa contundente y bien adaptada a la voluntad y la capacidad económica de una persona preocupada por el futuro medioambiental.

A día de hoy, una alternativa accesible dentro de esta opción es el de la energía solar fotovoltaica. De entre todas las energías renovables, la energía proveniente del sol y transformada en electricidad a partir de paneles fotovoltaicos es la más cercana al ciudadano común, dado que la inversión económica que requiere es la más baja de entre todas las renovables y su adaptabilidad la hace idónea para su ubicación en los centros urbanos, donde se concentra el mayor uso de electricidad.

Una interesante apuesta sería el concepto de Huerta Solar Urbana, para acercar la energía solar fotovoltaica al ciudadano común con conciencia ecológica. Esta propuesta busca así dar respuesta a las inquietudes medioambientales de pequeños ahorradores que desean neutralizar su huella ecológica.

Por ejemplo, y siempre según el informe de ecoºº, con una instalación fotovoltaica de 10 kW, capaz de generar unos 16.000 kWh al año de electricidad, se estaría evitando la emisión a la atmósfera de casi diez toneladas de CO2, puesto que se reemplazaría la energía contaminante de los combustibles fósiles (gas y carbón principalmente) por una energía limpia como es la solar.

Teniendo en cuenta que con estas diez toneladas de CO2 que se evitan, se está evitando también el uso de más de 4 ha de terreno productivo, podemos concluir que al invertir en la instalación de apenas 10 kW de energía fotovoltaica se neutralizaría nuestro déficit ecológico personal. Se estaría haciendo un gran aporte a la sostenibilidad del planeta sin esperar a que nadie más actúe por nosotros.