La ONU ha difundido su informe anual sobre el desarrollo humano (IDH) en 2010 que revela algunos progresos pero también la persistencia de enormes desigualdades dentro y entre países. Además, recoge los efectos de la crisis financiera en 2008, a la que califica como la «peor» de varias décadas por haber destruido 34 millones de puestos de trabajo y hacer que otros 64 millones de personas vivan por debajo de la línea de pobreza con 1,25 dólares al día.
«Todavía existe la amenaza de volver a entrar en recesión después de un breve período de crecimiento y podrían pasar varios años antes de lograr la plena recuperación», alerta la ONU.
Los mas afectados : Asia meridional y el África subsahariana.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon,y el Premio Nobel de Economía Amartya Sen, que junto con el fallecido economista Mahbub ul Haq, ayudó a elaborar el primer Índice de Desarrollo Humano (IDH) en 1990, han sido los encargados de presentar el documento.
Las pruebas son claras y concluyentes en un aspecto fundamental: los países pueden hacer muchísimo para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, aún en situaciones adversas.Los avances nunca son automáticos: exigen voluntad política, liderazgo y el compromiso permanente de la comunidad internacional.
Al parecer, la mejor apuesta desde el último informe es la salud y la educación, pues los países que han logrado ser ricos son los que invirtieron enormes recursos en estos dos campos.
El IDH señala también progresos en esperanza de vida, matriculación escolar, alfabetización e ingresos y subraya que de los países analizados desde hace 40 años sólo República Democrática del Congo, Zambia y Zimbabue, tienen menor desarrollo humano hoy que en 1970.
Los 20 países con mayor desarrollo humano se corresponden con las economías más ricas, con Noruega a la cabeza, seguida por Australia, Nueva Zelanda, EEUU, Irlanda, Liechtenstein, Holanda, Canadá, Suecia, Alemania, Japón, Corea del Sur, Suiza, Francia, Israel, Finlandia, Islandia, Bélgica, Dinamarca y España.
Los que avanzan menos son los afectados por la epidemia del sida en el África subsahariana y los países de la extinta Unión Soviética, donde la mortalidad de adultos va en aumento, con una esperanza de vida actual menor que en la década de los setenta.