‘Explorar nuevos desarrollos, encontrar las respuestas’. Este ha sido el lema del 7 º Congreso Internacional de la disfunción mental y otras características no motoras en la enfermedad de Parkinson, que se acaba de celebrar en Barcelona.
El evento ha abarcado muchos temas de vital importancia. Entre ellos, cómo influyen las enfermedades del cerebro en el deterioro cognitivo, cuáles son los marcadores específicos de la demencia de Parkinson, la bioquímica y los factores genéticos implicados, su relación con la enfermedad de Alzheimer y los cambios neuroquímicos de estos trastornos.
Entre todos estos temas, salió a la luz uno que sigue siendo de vital importancia para los que sufren Parkinson: los temblores. Y es que encontrar la vía que consiga frenar los efectos motores más devastadores que tiene la enfermedad, supone un gran reto para investigadores, médicos y farmacéuticas.
Y una de las conclusiones del congreso es muy positiva a este respecto. Parece ser que administrando levodopa (un fármaco que se utiliza mucho para esta enfermedad) en lugar de vía oral por vía intraduodenal, mejoran notablemente estos efectos, sobre todo en los casos más avanzados.
Al administrar levodopa directamente en el duodeno se consigue una absorción constante y se mantienen equilibrados los niveles de dopamina en sangre, evitando así los trastornos del movimiento y prolongando los períodos de movilidad normal. Esta mejora ocurre porque en fases avanzadas el cerebro tiene dificultades para almacenar y liberar dopamina, el neurotransmisor alterado en la enfermedad de Parkinson.