La itinerancia puede afectar negativamente a los enfermos de Alzheimer

Joven besando en la frente a un ancianoComo consecuencia de la crisis, los nuevos modelos familiares y la ley de dependencia, cada vez son más los ancianos que adoptan el papel del llamado “abuelo golondrina” o “abuelo itinerante”, es decir, persona de la tercera edad que rota durante todo el año por las distintas casas de sus hijos. Según declaraciones de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), cambiar de casa continuamente dificulta la integración del mayor en el entorno, además de ser un problema a la hora de realizar un seguimiento en el tratamiento de estas personas.

Por ello, es importante que las personas mayores que se trasladen de casa habitualmente o por vacaciones lleven consigo un documento clínico informativo para evitar, en la medida de los casos, ciertos problemas clínicos, como la polimedicación o la repetición de pruebas diagnósticas, entre otros.

Estos cambios pueden resultar estresantes tanto para el anciano como para la familia que lo acoge. La persona mayor en alternancia domiciliaria carece de relaciones sociales, de intimidad. Además, estas personas experimentan un descenso en la autoestima, impidiéndoles establecer relaciones de amistad y de vecindad, además de sentirse permanentemente desubicados.

Asimismo, la ausencia de un espacio propio durante un largo espacio de tiempo, y los continuos viajes con sus correspondientes mudanzas genera en estas personas un  sentimiento de “estar de paso”, de “sobrar”, de “ser una molesta carga”.

Todos estos factores empeoran aún más en el caso de que los ancianos padezcan de enfermedades neurodegenerativas , como el Alzheimer. Esta demencia es cada vez un tema de salud más importante por su carga social, que afecta a más de 650.000 familias en nuestro país. El enfermo requiere un cuidado y tratamiento específico que podría agravarse con continuos traslados periódicos.

En el caso de estas personas, existen varias medidas que deben implantarse para que los continuos traslados no afecten a la autoestima del enfermo. Así nos lo ha contado Puerto Gómez, vicepresidenta de Gerontología de la SEGG:

«Que haya una coordinación entre los servicios sociales de atención al mayor y la familia, llevar un seguimiento exhaustivo del tratamiento del paciente a través de informes médicos y farmacológicos actualizados, y lo más importante, la práctica con cierta periodicidad de actividades de estimulación mental y física, que permitan mantener habilidades y favorecer la ocupación del tiempo».

Por ello, queremos hacer especial hincapié en dar un lugar especial a nuestros ancianos, símbolo de sabiduría y de conexión intergeneracional, proporcionándoles la rutina y los hábitos que le hagan lo más feliz posible.