
Parece ser que el sistema alimentario mundial “necesita reducir su dependencia de los combustibles fósiles si quiere lograr alimentar a la creciente población del planeta”, según advierte la FAO. Y es que, resulta que existe una preocupación justificada de que la actual dependencia del sector alimentario de los combustibles fósiles puede limitar la capacidad del sector para cubrir la demanda mundial de alimentos.
Por lo visto, según la FAO, “el reto es desligar los precios alimentarios de las fluctuaciones y subidas de los precios de los combustibles fósiles», ya que los elevados precios de los combustibles fósiles y sus oscilaciones, así como las dudas sobre su disponibilidad futura, “implican que los sistemas agroalimentarios deban transformarse en un modelo ‘inteligente’ a nivel energético” tal y como se explica en el informe ‘Energy-Smart Food for People and Climate’ o ‘Alimentos inteligentes a nivel energético para la gente y el clima’.
Este enfoque inteligente en el uso de energía en la agricultura, en opinión de los expertos, supone una manera de aprovechar mejor esta doble relación entre la energía y los alimentos. En este sentido, el director general adjunto de la FAO para la Ordenación de Recursos Naturales y Medio Ambiente, Alexander Mueller, sostiene que:
El sector alimentario mundial necesita aprender cómo utilizar la energía de manera más sabia. En cada etapa de la cadena de suministro alimentaria las prácticas actuales pueden adaptarse para utilizar menos energía y estos avances en la eficiencia pueden proceder a menudo de la modificación -con un coste mínimo o inexistente- de las prácticas agrícolas y de procesado existentes
En la práctica, los pasos que se pueden dar al nivel de la explotación incluyen el uso de motores más eficientes, el uso de compost y fertilizantes de precisión, el seguimiento del riego y el suministro de agua selectivo, la adopción de prácticas agrícolas sin laboreo y el uso de variedades agrícolas y razas animales menos dependientes de los insumos.
Después de la recolección, la mejora del transporte y las infraestructuras, un mejor aislamiento de las instalaciones de almacenamiento de alimentos, una reducción del empaquetado y del despilfarro de alimentos y dispositivos para cocinar más eficientes, ofrecen la posibilidad de reducir aún más el uso de energía en el sector alimentario.
Pero también utilizar fuentes de energía locales y renovables durante toda la cadena alimentaria, apunta la FAO en su informe, puede ayudar a mejorar el acceso a la energía, diversificar los ingresos agrícolas y del procesado de alimentos, evitar tirar los productos de desecho, reducir la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero, al tiempo que se ayuda a alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible.
Sin embargo, el reto es difícil, de hecho la FAO afirma que la transición hacia una agricultura ‘inteligente’ a nivel energético representará “una enorme tarea” que requiere planteamientos a largo plazo y que es necesario comenzar de inmediato. La cuestión, en opinión de Mueller, es “cómo podemos empezar y alcanzar un progreso gradual y constante”.