¿Cuales son las principales barreras con las que se encuentra una ONG al enfrentarse a las redes sociales?

La semana pasada tuvo lugar la genial experiencia de #Redflexión organizado por Facecoop y Red por la Salud, sobre el cambio tecnológico y el cambio social del que se habló  y mucho en Twitter. Nosotros no pudimos asistir pero gracias a multitud de blogs que se han hecho eco del evento, hemos podido saborear  las conclusiones a las que se llegó. Uno de ellos es el resumen de SocialCo, el cuál ha descrito muy bien las principales barreras con las que se encuentran las ONGs cuando se incorporan a las redes sociales.

¿Cuáles son esas barreras ante el uso de las TIC?

  • La actitud dentro de la propia organización. En ocasiones, sus miembros afrontan los cambios con cierto rechazo. Cuando las ONG se adentran en temas de nuevas tecnologías “las bases de la organización crujen”, decía Neyda Romero. Y crujen porque modifican la manera de trabajar, de liderar, de crear sinergias entre equipos y eso se traduce en cierto sentimiento de amenaza y de temor a acumular más carga de trabajo.
  • Falta de apoyo desde la propia Dirección o Junta directiva de la entidad. Si no existe ese respaldo pueden pasar dos cosas: que la estrategia fracase al ser instaurada o que el camino sea lento y tortuoso. La mayoría de las ONG tienen el problema de que su base social se mueve en un nuevo entorno con el que todavía no han conectado sus Direcciones. Si lo pensamos, ¿cuántos directores o directoras generales de las ONG tienen Twitter? Pocos, muy pocos, y eso es precisamente porque actualmente existen dos cosmovisiones: una cultura digital a la que se han incorporado nuevas herramientas y lenguajes, donde el público tiene unas prioridades diferentes a las de la gran mayoría de las instituciones. Y otra cultura, la tradicional, en la que siguen funcionando los partidos políticos, los sindicatos, la mayor parte de las empresas, y buena parte de las ONG. Ahora nos encontramos, por tanto, en una etapa de transición en la que ese uso de códigos diferentes dificulta el diálogo. ¿Esto cómo se arregla? un primer paso es que el debate no se quede siempre entre los responsables del área de Comunicación, “vamos a intentar que vengan los directivos a donde hoy estamos los mindundis“, fue la propuesta de Xosé Remil.
  • Una estructura vertical y demasiada burocracia. Las ONG tienen unas composición en las que es difícil adoptar el conocimiento colectivo. Sobre todo en las más grandes, que trabajan a partir de directrices marcadas a nivel internacional, el mensaje pasa por demasiados estamentos antes de llegar al público y eso dificulta que sea la base social la que construya a la organización y no al revés. La manera de funcionar no puede ser a partir de un mensaje predefinido, hay que escuchar, dialogar, ser emisor/receptor al mismo tiempo e incorporar los mensajes que llegan de las personas que más respaldan a la entidad. Tienen que verse reflejados y reflejadas.
  • Responsabilidad. La respuesta de la organización no puede depender únicamente de la persona que lleva comunicación. Debe empapar a toda la organización, ser transversal.
  • Miedo a la crisis de imagen. Cuando te expones vas a recibir respuesta y tienes que estar preparado para lo que no quieres escuchar. Y, una vez más, ese papel no atañe únicamente a los responsables de comunicación.
  • No quedarse en el clic. El reto de pasar de la Red a la acción real, conseguir que toda la gente que hace clic salga a la calle a movilizarse. Y de este punto surgió otra reflexión ¿Debemos pensar en la movilización en términos de calle, debemos cambiar el concepto de movilización tradicional o ambos (on line y off line) pueden complementarse? Existe, además, un obstáculo a tener en cuenta en las redes sociales: el compartir sin leer. Estar de acuerdo con el titular de la noticia o el comentario que la acompaña es suficiente para difundirlo, sin necesidad de haber profundizado. El reto es que el público llegue hasta el fondo.
  • Para eso, entre otras cosas, es imprescindible aprender el lenguaje específico. No es lo mismo mandar un mail que escribir un post, que escribir un tuit o un comentario en Facebook. Los perfiles son distintos y el lector se tiene que sentir reconocido en cada uno de ellos. Hay que aprender a hablar en Internet. “Me duele ver grandes campañas que no alcanzan al público por su lenguaje barroco”, la frase es de Luis Morago, pero a nosotras también nos duele.

 

Podéis encontrar más información sobre el coloquio, en las conclusiones que ofrece Neyda Romero en Masticable . ¡No os las perdáis?

 

Y vosotr@s ¿Qué opináis?